PERFIL DEL ENTREVISTADO
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Lugar y fecha de nacimiento: Madrid, 31/10/1969
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Cargo e institución de trabajo: Coordinadora del área de Cooperación internacional para el Desarrollo de la Fundación Alternativas y profesora asociada del departamento de Relaciones Internacionales de la facultad de CC Políticas y Sociología de la Universidad Complutense de Madrid
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Especialidades en estudios del desarrollo: Licenciada en CC Políticas bajo la especialidad de Relaciones Internacionales, Master en Cooperación Internacional para el Desarrollo (IUDC) y Master en Políticas y Democracia (UNED), doctoranda en el programa de RRII: dinámicas de cambio en la sociedad global (UCM)
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Un obra de los estudios del desarrollo que recomendarías: Challenging global inequality: development theory and practice in the 21st century (Alastair Greug, David Hulme and Mark Turner (2007)
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ENTREVISTA
Como investigadora de un think tank español que analiza temas globales del desarrollo, ¿cómo ves los Estudios del Desarrollo en nuestro país y cuáles serían los principales desafíos?
A pesar de que la oferta generalista de estudios de desarrollo en nuestro país ha proliferado considerablemente en los últimos años, la especialización hacia distintos ámbitos de aplicación empieza a destacar entre las preferencias de la demanda. Hay estudios que se imparten a la vez que nuevas tecnologías y estrategias para el desarrollo, junto a estrategias de fortalecimiento de políticas públicas, enmarcados en las relaciones internacionales, etc.
El verdadero desafío está en desarrollar temas que sean interesantes para los estudiantes y profesionales de un modo diferenciado y empezar a competir con la oferta anglosajona, que en este ámbito centra la mayor atención. Para ello, sería importante calificar la calidad y resultados, así como su especificidad. Sería muy interesante que hubiera estudios de desarrollo orientados a funcionarios internacionales responsables de la acción exterior (complementariedad de estudios para diplomáticos nacionales, funcionarios de los distintos ministerios de exteriores, funcionariado de OOII, etc.). Ampliar la oferta que ahora España supone para muchos profesionales de países latinoamericanos.
Mi experiencia en un think tank me indica que entre los retos que quedan pendientes está el de elaborar documentos mucho más políticos, con un tratamiento de la información mucho más analítico. Pedir siempre un TFM como documento final de unos estudios, indica una dependencia formal académica excesiva para las demandas que ciertos profesionales buscan. Diferenciar la oferta a estudiantes de la de profesionales es algo pendiente en nuestro modelo actual.
Has publicado sobre el impacto de la crisis en el tejido social y solidario. ¿Cuál es la situación actual y las perspectivas de futuro para las ONGD españolas?
La coyuntura ha obligado a una adaptación muy vinculada a la financiación. La mayoría de las ONGD (medianas) han tenido que incorporar programas de acción social para acceder a fondos, principalmente públicos y así poder mantener sus estructuras administrativas, personal y poder seguir aunque en menor medida, con su estrategia de cooperación internacional para el desarrollo.
Las ONGD más pequeñas y las grandes, con su pata internacional, al tener menos dependencia pública han adoptado otras estrategias, y conseguido, al menos las segundas sortear, no sin dificultades, el bache de la crisis. Estrategias que a su vez les han permitido avanzar hacia una mayor internacionalización con entidades de mayor recorrido que esperemos, permita avanzar en dos sectores primordiales: la educación para el desarrollo y la incidencia.
En la publicación una de las cuestiones más sorprendentes fue el bajo perfil que alcanzan ambos sectores en la estructura de las ONGD españolas. Apenas un 1% de media en sus presupuestos cuando resultan dos actividades primordiales y propias de este tipo de actores. La educación para el desarrollo es tan esencial para la sociedad española que los propios Gobiernos deberían incorporarla en el sistema formal desde la educación primaria. Al no ser así, las organizaciones tienen una oportunidad enorme de incorporarla en sus agendas y, no dejar de incidir para que la cooperación internacional para el desarrollo se consiga trasladar al sistema educativo. Y aquí entra la incidencia política, el otro sector en el que las organizaciones de la sociedad civil tienen todo un campo de actuación, como ya han demostrado al conseguir la aprobación de leyes o aceptación de compromisos que por tener otros intereses inmediatos, los Gobiernos no adquieren o cumplen.
Una de tus últimas publicaciones “La fluctuación del dólar: petróleo y seguridad alimentaria” habla de la depreciación de las materias primas en América Latina y el Caribe en los últimos años, ¿cómo afectará eso en el futuro de la región? ¿Se avecina una crisis nueva al otro lado del Atlántico?
Entre otras consecuencias, esa es una de la más probable. Los resultados positivos de aplicar las políticas anticíclicas adoptadas durante la crisis financiera han hecho de América Latina una región privilegiada en los últimos diez años. Sin embargo, precisamente por eso, era el momento de hacer reformas en el tejido productivo, invertir en otros sectores, forzar la apertura de nuevos mercados al mismo tiempo que se priorizara la cohesión social de la región. Y se ha perdido una gran oportunidad.
Las propias dinámicas de la globalización han impedido una reacción rápida que reorientara las economías nacionales hacia un saneamiento que permita estrategias de crecimiento a largo plazo, así como ahondar en la agenda social. La desaceleración del crecimiento en la región y las mayores restricciones fiscales imponen importantes retos a la movilización de recursos. La condición de países de renta media dificulta el acceso a la financiación externa concesionada o de la cooperación internacional.
Una revitalizada agenda comercial con China y la dinamización de la inversión pública y privada, además de la culminación de un pacto fiscal pendiente, podría limitar los efectos que la evasión fiscal provoca, al tiempo que amortiguar la menor demanda externa y desaceleración de la demanda interna, que refleja ya una significativa caída en la inversión doméstica.