Conferencia sobre el Cambio Climático, COP21
Si el aumento de la temperatura global no se continúa manteniendopor debajo de los 2ºC respecto a la época preindustrial, la producción de trigo en África Subsahariana se reduciría entre un 1,3 y un 9 por ciento en 2030, disparando su precio, y los desastres naturales, que ya se han duplicado desde los años 90, seguirían aumentando su intensidad y su recurrencia.
El cambio climático está vinculado con la muerte de 400.000 personas cada año. El 99 por ciento viven en países en desarrollo
Acción contra el Hambre pide a los líderes mundiales que se reunirán desde el 30 de noviembre en París que se tenga en cuenta el vínculo crucial entre el cambio climático y la nutrición y los medios de vida en el acuerdo final de la COP21.
“ ¿Cómo estás? ¿cómo está tu familia? ¿cómo está tu ganado? ¿cómo está el medio ambiente?” es el saludo habitual del pueblo tuareg en Malí o Níger. Pero la última pregunta está ganando protagonismo en algunos de los países en desarrollo, convertido en un factor decisivo para la vida en estos países.
Los expertos calculan que ambos fenómenos podría extender la amenaza del hambre a 600 millones de personas de aquí a 2080, lo que pondría en peligro la tendencia mundial de retroceso del hambre y la desnutrición de los últimos 20 años y los avances realizados en los últimos años gracias al alcance del tratamiento comunitario contra la desnutrición.
El cambio climático sobre el terreno: reducción del riesgo ante desastres naturales
Los fenómenos meteorológicos extremos han duplicado su intensidad y su recurrencia en los últimos años. Acción contra el Hambre ha incorporado la gestión del riesgo ante desastres en sus principales líneas de intervención para luchar contra el hambre. “En zonas expuestas a desastres naturales, no podemos limitarnos a la respuesta de emergencia. No es una solución sostenible. Para anticipar y mitigar los impactos de los desastres hemos desarrollado un enfoque transversal de trabajo en preparación (por ejemplo, sistemas de alerta temprana para detectar a tiempo la crecida de un río aguas arriba o planes de contingencia para que la población conozca cuáles son los sitios de evacuación más seguros), mitigación/adaptación (por ejemplo, infraestructuras para proteger de una inundación o deslave) y prevención (como la repoblación forestal de las riberas de los ríos para evitar su desbordamiento) de los choques y tensiones”, explica Didier Vergès, responsable de prevención y resiliencia en Acción contra el Hambre. Se trata de actividades multisectoriales y en distintos niveles (directamente con la población pero también con autoridades locales y nacionales) para fortalecer las capacidades de enfrentar los desastres a corto y largo plazo.
“El 99% de las víctimas de desastres naturales se siguen registrando en países en desarrollo, pero países muy propensos a los fenómenos extremos, como Filipinas, están dando pasos de gigante en la gestión del riesgo: la población está más preparada y las autoridades han puesto en práctica mecanismos de alerta más eficaces, minimizando así el daño de los tifones, más de 20 cada año últimamente”, explica Vergès.
El cambio climático sobre el terreno: adaptación
Mientras la gestión del riesgo ante desastres tiene como objetivo reducir los efectos negativos de fenómenos puntuales y/o recurrentes, la adaptación al cambio climático busca acciones a más largo plazo que permitan a la población adquirir la capacidad para adaptarse o incluso transformar y entender los cambios por ocurrir en el clima.
En los lugares en los que el cambio climático está directamente relacionado con la sequía, como el Sahel y el Corredor Seco de Centroamérica, “la respuesta humanitaria más eficaz pasa por la construcción de resiliencia entre la población, con especial énfasis en la adaptación al cambio climático: semillas mejoradas más resistentes a la sequía, sencillas infraestructuras hidráulicas para retener y optimizar el escaso agua de lluvia o pozos de etapa en las rutas pastorales están dando buenos resultados para proteger a la población de las embestidas de la sequía”, explica Vergès. Otras medidas pasan por la diversificación de los medios de vida o la creación de redes de protección social.
Nuestra recomendación para la COP21: integrar clima y nutrición
Acción contra el Hambre estará presente en la COP 21 para presentar las evidencias recogidas sobre el terreno sobre la estrecha relación entre clima, desastres naturales, nutrición y seguridad alimentaria y tratará, junto a otras organizaciones humanitarias, de que en el documento final de la conferencia se integre la lucha contra el hambre en la respuesta al cambio climático. “De lo que se trata es de superar la visión del cambio climático como un fenómeno relacionado exclusivamente con el sector industrial y con un impacto medioambiental: estamos hablando también de la seguridad nutricional de millones de personas y de la garantía de que el planeta podrá seguir contando con la agricultura y los medios de vida necesarios para seguir alimentando a su población. La única forma de afrontar ambos retos globales es hacerlo una visión integrada”, concluye Manuel Sánchez-Montero, Director de Incidencia y Relaciones Institucionales de Acción contra el Hambre.
Fuente: Acción Contra el Hambre