Perú: con el temblor bajo los pies

En el año 2007 el suelo tembló en Perú. Durante casi dos minutos un terremoto de magnitud 8 hizo caer casas, abrió carreteras y reventó tuberías, dejando tras su paso 600 personas fallecidas, 3.000 heridas y más de 400 mil afectadas.

Perú: con el temblor bajo los pies

Texto: Laura Martínez Valero · Fotos: Pablo Tosco

En el año 2007 el suelo tembló en Perú. Durante casi dos minutos un terremoto de magnitud 8 hizo caer casas, abrió carreteras y reventó tuberías, dejando tras su paso 600 personas fallecidas, 3.000 heridas y más de 400 mil afectadas. Aunque el epicentro se situó en Pisco, a más de 150 km de Lima, también se sintió intensamente en la capital, especialmente en las colinas que la rodean. En estos cerros viven miles de personas que por falta de económicos, por el alto precio de los alquileres en la ciudad o por el miedo al terrorismo de Sendero Luminoso establecieron allí su hogar. En un país con un alto riesgo de terremotos, estas viviendas construidas de forma precaria corren especial peligro. Además, muchos de los asentamientos carecen de servicios básicos como luz o agua corriente, lo que agravaría la situación en caso de desastre.

Las personas expertas coinciden en que es cuestión de tiempo que tenga lugar un terremoto de gran magnitud en Lima. Se está viviendo un silencio sísmico que pronto tocará a su fin y las previsiones de víctimas mortales son devastadoras (más de 51.000 personas en la ciudad de Lima). Por ello, junto a la organización Predes, hemos realizado formaciones para preparar la respuesta ante un terremoto en algunos de los asentamientos humanos en las colinas del distrito San Juan de Miraflores en Lima.

LA VIDA EN LAS COLINAS

En Lima, la mayoría de los habitantes de las colinas son personas jóvenes procedentes de zonas rurales que emigraron a la ciudad en busca de un futuro mejor. Las casas, al menos en las primeras fases, suelen ser muy precarias. Se construyen sin criterios adecuados, en terrenos blandos y de excesiva pendiente. Con el paso del tiempo, se van realizando pequeños arreglos, pero pueden demorarse varios años.

Desde 2010, Oxfam, junto a la organización Predes, trabaja en la formación de los habitantes de los asentamientos humanos para que estén preparados cuando suceda un temblor de tierra. El proyecto se inició en siete asentamientos humanos y ha beneficiado a más de 300.000 personas. Hoy en día se ha extendido de forma natural a través de un trabajo en cascada, es decir, personas que se formaron previamente transmiten sus conocimientos a los habitantes de otros asentamientos.

VICENTE CAMA, DIALOGAR PARA HACER FRENTE AL TERREMOTO

Vicente Cama es líder vecinal del asentamiento humano ‘7 de enero’, que toma tal nombre del día de 2001 en el que se establecieron oficialmente. Procedente de Arequipa, con 14 años se fue a vivir allí con una tía en busca de un futuro mejor. Su función de líder es fundamental. Conciencia sobre el peligro, organiza a la comunidad para realizar trabajos de mejora del terreno y se reúne con los responsables municipales para mejorar su situación. Es una función vocacional y voluntaria que compagina con su trabajo como conductor de taxi-moto. Si algún día dedica muchas horas a su labor como líder, tiene que salir a trabajar en la noche para recuperar el tiempo invertido.

“A veces es bastante difícil porque tienes familia, tienes que trabajar, descuidas a tus hijos, descuidas a tu casa. Porque cuando empezamos en este tipo de trabajos tienes que ir al ministerio de vivienda, de energía y minas, al Congreso. Es por eso que un poco descuidé mi trabajo, es verdad. ¿Por qué? Yo quiero un bienestar, que nosotros tengamos los servicios básicos para nuestros hijos y para toda la comunidad”.

Vicente compagina su labor de líder vecinal con la de conductor de una moto-taxi, en la que lleva diariamente a niños y niñas al colegio o realiza otros recados.

Vicente vuelve de la escuela con su hijo Vicent de 5 años. Después de comer, lo lavará y vestirá para llevarle a su entrenamiento diario de fútbol.

Olinda, esposa de Vicente, limpia el suelo de su casa. Lo han cementado para evitar el polvo y que su hija y su hijo puedan estar más cómodos.

ANALÍ YUPANQUI, VECINA DE LA ÚLTIMA INVASIÓN

Analí Yupanqui formó parte de uno de los últimos grupos invasores de la zona de Nueva Rinconada. Como otras parejas jóvenes, llegó en 2012 junto a su marido y se instaló en Vista Hermosa, en lo más alto del cerro. Su marido falleció recientemente a la edad de 30 años por una complicación de dengue. Pese a ello, Analí es conocida por estar siempre sonriendo e intentando sacar a sus hijas adelante. Para Analí, vivir en una de las zonas altas ha dificultado su acceso a agua y luz. Estos servicios deben ser negociados con las empresas distribuidoras, que ponen muchas trabas si el terreno es inestable y no está bien saneado.

“Aquí no hay servicios básicos: no hay luz, no hay agua, no hay desagüe. La primera necesidad es el agua, que acá lo deberíamos de tener ya que vivimos en un lugar bien precario, de bajos recursos. Nuestro gobierno habla de inclusión pero más bien este gobierno parece que fuera de exclusión”.

Analí contempla el paisaje desde su casa, situada en lo más alto del cerro. A esa zona la llamaron Vista Hermosa porque desde allí se puede ver todo el valle.

Subir agua desde la parte baja de la colina es una tarea agotadora. En el futuro, si siguen realizando mejoras en el terreno, Analí podrá tener acceso a agua corriente.

Analí juega con su hija mediana, Briana, de dos años. Briana no habla mucho a pesar de su edad. Este año no ha podido ir a la escuela.

SARA TORRES, LIDERESA ANTE TODO

Sara Torres fue dirigente comunitaria del asentamiento de El Trébol de 2005 a 2011. Cuando se inició el proyecto de Oxfam y Predes, era la única mujer dirigente, por lo que ha tenido que abrirse camino y hacerse respetar en un mundo de hombres. Con el paso del tiempo se ha convertido en un referente para su comunidad. Actualmente regenta un puesto de comidas en el mercado de El Trébol y está separada de su pareja, de quien recibía malos tratos.

“Yo siempre quise ser alcaldesa. Dirigir a una comunidad, a un pueblo. Porque desde muy joven yo veía eso de dirigir. Ya me nacía eso, lo de líder. Ser una mujer de mi tamaño, chico, baja, pero en capacidad de poder llevar a un pueblo grande”.

PASOS A SEGUIR DURANTE UN TERREMOTO

Es difícil entender el éxito del proyecto de preparación ante un terremoto sin conocer el intenso sentimiento de comunidad que se respira en los asentamientos humanos. Es normal ver a todos los vecinos y vecinas trabajando en su tiempo libre en la construcción de una carretera o una escalera, cavando una fosa, reparando una vivienda…

PASO 1: AVISO

En cuanto comienza el temblor, el líder vecinal da el aviso por megafonía. El sonido rebota por las laderas en forma de eco y llega hasta el último hogar.

PASO 2: EVACUACIÓN

Las zonas seguras han sido despejadas para evitar peligros. Están marcadas con una S. Todos conocen su ubicación y se van cuando la tierra comienza a moverse.

PASO 3: ENCUENTRO

Una vez en la zona segura, los vecinos y vecinas se distribuyen en círculos amplios para evitar caer unos sobre otros y esperan a que pase el terremoto.

Coordinados por el líder o la lideresa vecinal, se realizan simulacros de terremoto periódicamente en los que participan todos los vecinos y vecinas (hombres, mujeres, niños y niñas). Cuando suenan las primeras alarmas, el dirigente vecinal avisa por megafonía para que todos los habitantes se dirijan de forma tranquila a las zonas seguras. Estas zonas están marcadas con un poste que sostiene una S gigante, visible en distancia y han sido identificadas y despejadas previamente para evitar que haya obstáculos, como postes eléctricos o muros, que puedan caer sobre las personas. Allí aguardan en círculo hasta que se apacigua el temblor. Todas las personas cargan a su espalda con una mochila de emergencia, preparada por ellos mismos con objetos de primera necesidad, (agua, mantas, silbatos, linternas…) para sobrevivir y marcar su ubicación durante las primeras horas tras el desastre.

Además de las formaciones y simulacros, otro factor clave ha sido el trabajo con el gobierno local de San Juan de Miraflores. Gracias a ello, se han creado brigadas voluntarias, que han recibido instrucción por parte del gobierno local en funciones de rescate, primeros auxilios, evacuación y lucha contra incendios. También se ha conseguido establecer un plan ante terremotos. Todo un éxito teniendo en cuenta que al inicio del proyecto el riesgo de desastres no formaba parte de la agenda de los gobiernos locales.

EL AGUA, FUNDAMENTAL TRAS UNA EMERGENCIA

Los asentamientos humanos situados en la parte más alta de las colinas de San Juan de Miraflores no cuentan con un sistema de agua corriente, ni siquiera una fuente comunitaria. El abastecimiento de agua potable se realiza a través de camiones cisterna y la calidad del agua que proveen puede variar, ocasionando a veces enfermedades diarreicas agudas. La empresa que provee este servicio no garantiza el abastecimiento de agua en las zonas con alto riesgo sísmico y con alta pendiente. Por ello, los habitantes deben mejorar por su propia cuenta las condiciones del asentamiento para poder negociar la conexión con la empresa.

Oxfam y Predes comparten la preocupación de que en caso de que tenga lugar un gran sismo en Lima, éste podría colapsar todo o gran parte del abastecimiento de agua en una ciudad con más de 9 millones de habitantes. Y lógicamente una de las áreas más afectadas sería la de los cerros.

El acceso al agua, saneamiento e higiene es vital para la supervivencia y para evitar enfermedades tras una catástrofe. Cada persona requiere un mínimo de 15 litros al día. Por ello, Oxfam y Predes han realizado un plan que prevea acciones alternativas para cubrir esos servicios básicos tras el terremoto. Como en el resto del proyecto, la participación de los habitantes es fundamental para lograrlo.

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