MUJER, RURAL Y EMPRENDEDORA, UN PERFIL EN ALZA

En los últimos años se ha producido un aumento de mujeres trabajadoras en el entorno rural pero continúa la discriminación laboral: reciben salarios inferiores a los hombres, tienen empleos temporales y existen dificultades para acceder al trabajo formal

El emprendimiento femenino está ganando terreno en el mundo rural en España. En una economía, la del campo, marcada por la estacionalidad y la informalidad, donde escasean las oportunidades para perfiles con nivel formativo medio o alto y donde la mujer ostenta categorías más bajas que los hombres y recibe salarios inferiores, la población femenina están buscando alternativas para crear sus propios empleos.




Así las emprendedoras en el medio rural ya superan a los emprendedores: el 54% de los negocios están encabezados por mujeres, segúnel informe Mujer pobreza y desarrollo sostenible, publicado por la Fundación COPADE en 2018. El estudio destaca que 8 de cada 10 emprendedoras rurales son autónomas y que apuestan por iniciativas que ofertan productos o servicios carentes en su entorno.


“El emprendimiento mitiga la alta tasa de pobreza femenina en el campo”, explicaMaría José Sánchez, técnica de Acción contra el Hambre especializadaen emprendimiento rural.


Sánchez explica que crear unnegocioen el entorno rural escomplicadopero existen nichos de mercadocon múltiplesoportunidadescomo:cuidado de personas,turismo,agricultura ecológica, apicultura, ganadería alternativa, bioconstrucción, energías sostenibles, actividades artesanales,aprovechamiento de maderas, resinas, recogida y conserva de productos silvestres comestibles,asesoramientoy gestión especializada en normativa y empresas agrícolasyactividades dirigidas a cubrir las necesidades comerciales en localidades con fuertes crecidas estacionales de población.


No obstante, las mujeres rurales que deciden emprender se enfrentan a dificultades dobles: por su entorno y por su género. “Las del medio rural tienen que ver con la falta de acceso a determinados medios de producción, infraestructuras o formación, porque no todas las actividades formativas se realizanonliney esto supone una limitación.En cuanto algénero, sufren techos de cristal y conductas discriminatorias que continúan limitando la participación femenina en la economía y política rurales. Hoy en día, la gran parte de la labor de las mujeres en el mundo rural sigue siendo invisible.

En ese plano, el 68% de quienes trabajan en cooperativas agroalimentarias sonmujeres

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