Fuente: Amnistia Internacional
Acabamos de vivir la peor crisis sanitaria del país en mucho, mucho tiempo. Una pandemia que se ha llevado por delante la vida de más 28.000 personas y que ha dejado sin empleo y sin recursos a otros cientos de miles, castigando con especial virulencia a las personas más vulnerables. En toda esta crisis, la infrafinanciación de la sanidad ha pasado factura.
Acabamos de vivir situaciones que nunca hubiéramos imaginado y perdido de forma despiadada a personas que amábamos. Y ni siquiera es el final. Solo estamos viviendo una etapa de normalidad incierta que no sabemos cómo evolucionará.
En toda esta crisis, lainfrafinanciación de la sanidadha pasado factura. La década de los recortes sanitarios y sociales ha debilitado el sistema de salud público, deteriorando el acceso, la asequibilidad y la calidad de la atención sanitaria en España. Y han sido, una vez más, en buena medida, los y las profesionales del sector, quienes gracias a su motivación y sobreesfuerzo, han logrado mantener la calidad de la prestación ofrecida.
Consulta en el mapa los datos de evolución en la inversión sanitaria de 2009 a 2018 de cada comunidad autónoma:
Los datos sobre la falta de inversión son alarmantes
¿Sabes cuánto ha incrementado el Estado la inversión en sanidad en los últimos diez años? Mientras que el Producto Interior Bruto (PIB) español ha crecido un 8,6% de 2009 a 2018, el gasto sanitario público en sanidad se ha reducido en un 11,21 % respecto a 2009.
¿Cuánto ha aumentado el gasto sanitario público por habitante?
De media a nivel estatal y en gastos constantes, entre 2018 y 2009 el gasto sanitario público por habitante se ha reducido en un 10,5%, lo que supone que por habitante se gastaron 147€ menos en 2018.
¿Cuánto ha mejorado la inversión en atención primaria?
Ahora que lo hemos vivido y que sabemos que su papel es fundamental como muro de contención, qué pensarías si te dijera que lejos de aumentar, la inversión ha disminuido y lo ha hecho en un 13,10%.
Diez años después de que la crisis económica implicara una decisión que tiene terribles consecuencias sobre los derechos humanos, como fueron las medidas de austeridad y los recortes que provocaron, seguimos igual, cuando deberíamos estar mejor. Pero el tiempo no se ha detenido: al contrario, el país ha aumentado su riqueza (el PIB) pero eso no se ha traducido en una mejoría en aspectos tan fundamentales para nuestra vida como es tu salud, la mía, la de todas y todos.
¿Enfada, verdad? Enfada mucho. No sabemos todavía hasta qué punto esta nueva crisis provocada por la pandemia de la COVID-19 supondrá otro punto de inflexión, pero sí hay algo que tenemos claro: no queremos otra década perdida.
Con y sin estado de alarma, el personal sanitario ha sido el máximo protagonista en la lucha contra la COVID-19, a costa de un enorme sacrificio personal y familiar. Más allá de las cifras provisionales, más de 52.000 contagios y al menos 63 personas fallecidas, las fotografías que dejan su retrato colectivo está hecho de cansancio y estrés por sus prolongadas jornadas laborales, la fuerte carga emocional y la angustia psicológica por su complicada labor en un entorno de gran presión asistencial y sufrimiento humano, de ansiedad por la insuficiencia de recursos para su tarea y para su propia protección personal. A pesar de todo ello, han estado en primera línea defendiendo y protegiendo nuestra salud, nuestros cuidados.
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