Las ONGD valencianas celebran el Día Mundial del Comercio Justo reclamando un modelo económico más humano y sostenible para salir de esta crisis

Las ONGD piden a la ciudadanía un consumo más responsable, para que se respeten los derechos laborales, se garantice un pago justo a las personas productoras y se proteja el medio ambiente.

  • Se han suspendido todas las actividades conmemorativas por el coronavirus, pero sigue la actividad de las ONGD y la venta de productos de comercio justo online.




  • Las ONGD piden a la ciudadanía un consumo más responsable, para que se respeten los derechos laborales, se garantice un pago justo a las personas productoras y se proteja el medio ambiente.

València, 8 de mayo de 2020.- Las calles de las principales ciudades y pueblos de la Comunitat Valenciana no se llenarán este sábado, como es tradicional, de actividades infantiles, música, artesanía y degustaciones de chocolates y cafés. La crisis del coronavirus ha obligado a las ONGD valencianas a cancelar los actos programados para celebrar el Día Mundial del Comercio Justo, pero se suman e a la conmemoración que tiene lugar simultáneamente en todo el planeta, pidiendo que, en la estrategia de salida de esta crisis global, se prioricen los derechos de todas las personas, el consumo responsable y la defensa del medio ambiente.

La crisis sanitaria ha mostrado la vulnerabilidad de nuestro sistema económico, que deja a demasiadas personas atrás, en condiciones indignas, sin sus necesidades básicas cubiertas. Ante esta situación es más necesario que nunca el comercio justo, que sigue garantizando precios y salarios dignos a las personas que producen lo que consumimos, y respeto a sus derechos humanos y laborales, vivan donde vivan“, ha explicado Carles Xavier López, portavoz del Grupo de Trabajo de Comercio Justo de la Coordinadora Valenciana de ONGD.

El movimiento del comercio justo agrupa a empresas y ONGD de todo el mundo que trabajan desde hace más de 60 años con un modelo económico alternativo, que además del pago de un precio justo por las materias primas y los productos elaborados que comercializa, garantiza el pago de una prima a las comunidades productoras que se reinvierte en servicios esenciales para la comunidad como la sanidad y la educación, y en la mejora productiva de las pequeñas empresas. Más de un millón de entidades productoras a pequeña escala organizadas en 75 países de todo el mundo forman parte ya de este movimiento.

Junto a este modelo económico, el comercio justo trabaja para impulsar la igualdad entre mujeres y hombres en la actividad económica, la protección del medio ambiente y el respeto a los derechos laborales, garantizando, entre otras cosas, que en la elaboración de los productos que llevan su sello no se ha empleado trabajo infantil o trabajo esclavo, que sigue estando presente sobre todo en parte de la producción agrícola mundial, especialmente en sectores como el cacao, el café y el algodón con el que se fabrica nuestra ropa.




A pesar del coronavirus


La actividad de las ONGD y entidades de comercio justo se ha visto afectada en gran medida por el coronavirus pero, como otros muchos sectores, siguen trabajando para adaptarse a esta situación. Las tiendas físicas que hay en la Comunitat Valenciana -en ciudades como València, Alicante, Algemesí, Port de Sagunt y Oriola- permanecen cerradas aunque ya trabajan para abrir en cuanto esté garantizada la seguridad para la ciudadanía y voluntariado. La venta continúa, en todo caso, en las tiendas online de las ONGD, en algunas grandes superficies, supermercados, herbolarios y tiendas de productos ecológicos.

El impacto es más desigual entre las cooperativas y las comunidades productoras en los países empobrecidos de los que provienen productos como el café, el cacao, el azúcar, los tés, las prendas de vestir, artesanías y artículos de decoración que se fabrican y distribuyen bajo los sellos de comercio justo.


Las actividades agrícolas se mantienen, aunque con algunas dificultades logísticas en la distribución de productos por las restricciones a la movilidad y el cierre de fronteras internacionales. En cuanto a la producción de artesanía, la mayor preocupación está en los talleres ubicados en las grandes ciudades, como Delhi o Bombay en La India, muy afectados por el confinamiento.

A pesar de las dificultades, muchas organizaciones de comercio justo se han volcado en colaborar con las comunidades a las que pertenecen: han hecho donaciones a los centros de salud, han preparado kits de alimentación básicos, han hecho campañas de sensibilización para minimizar las consecuencias de la enfermedad, y la mayor parte de ellas se ha puesto a fabricar elementos de protección individual, como mascarillas o geles desinfectantes, para su personal y para la población en general. El objetivo de las cooperativas y empresas de comercio justo ha sido primar, por encima de todo, el cuidado y la salud de las personas.

Por todo esto -explica Carles Xavier López-, el apoyo al comercio justo que podemos dar como personas que consumimos de forma responsable es más necesario que nunca. Trabajamos con comunidades cuya alternativa a esta actividad económica es, en muchos casos, la caída en la pobreza extrema en países donde no existen sistemas de protección social como el nuestro. Son productos que podemos seguir encontrando en nuestras ciudades, y que ahora tienen más demanda que nunca, como es el caso del chocolate”.

El comercio justo es un instrumento muy poderoso de cooperación internacional y lucha contra la pobreza. No podemos olvidar que más de 700 millones de personas en todo el mundo no logran salir de ella, aunque tengan trabajo, y que seis de cada diez personas pobres trabajan en la agricultura. El comercio justo ofrece un modelo regulado a nivel internacional, viable y testado para hacer frente a esta realidad”, añade el portavoz.





Consumo responsable


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