Siete mujeres mueren después de que la Guardia Civil «bloquease» su patera, según supervivientes

Alrededor de 45 personas trataron de acceder el jueves a Melilla desde la costa de Nador. Cuando se aproximaban a la orilla española, aseguran, la Guardia Civil «bloqueó» su embarcación con el objetivo de que los migrantes no lograsen pisar suelo español.

Cuatro de las mujeres congoleñas que murieron ahogadasante agentes

de la Guardia Civil de España y de la Marina Real de Marruecos.

Fuente: http://www.eldiario.es/desalambre/mujeres-Guardia-Civil-bloquease-supervivientes_0_682432076.html

Siete mujeres han muerto este jueves en su intento de llegar a Melilla en una patera después de que la Guardia Civil «bloquease» su paso hacia la costa española, según ha denunciado unsuperviviente en declaraciones a eldiario.es.

La AsociaciónMarroquí de Derechos Humanos y un medio local elevan la cifra a 14 personas fallecidas durante el incidente. La ONGCaminando Fronteras ha confirmado la existencia de cuatro cuerpos en la morgue del Hospital El Hassani de Nador (Marruecos).

Según el testimonio de los supervivientes, alrededor de 45 personas trataron de acceder el jueves a Melilla desde la costa de Nador. Cuando se aproximaban a la orilla española, aseguran,la Guardia Civil «bloqueó» su embarcación con el objetivo de que los migrantes no lograsen pisar suelo español.

Fuentes de la Delegación del Gobierno en Melilla afirmanque los agentes españoles «intermediaron» en el intento de entrada, aunque aseguran desconocer si suobjetivo era evitarel avance de la embarcación.

«Este jueves, la Guardia Civil localizó una patera con 40 inmigrantes en la zona de Aguadú, en extremo norte de la costa. En torno a 25 o 27 personas se tiraron al agua y la Guardia Civil intermedió, rescatando a 13 personas», afirman desde Delegación del Gobierno a eldiario.es. Las personas rescatadas fueron trasladadas al puerto de Melilla. Estas mismas fuentes aseguran que no les constala muerte de ningún migrante. «El resto de inmigrantes fue rescatado por la patrullera marroquí, que se hizo cargo de ellos», añaden.

«Siete mujeres han muerto», dice Brahim por teléfono a eldiario.es, desdeun autobús custodiado por la policía marroquí que los aleja de la frontera española. «Estábamos en el agua, cerca de Melilla, y la Guardia Civil nos bloqueó para devolvernos y, entonces, la policía marroquí vino a por nosotros y nos llevó para atrás», relata antes de que la escasa cobertura cortela conversación.

Los supervivientescoinciden en que varias personas se lanzaron al mar y, de ellas, algunas fueron rescatadas por la Guardia Civil, y otras por los agentes marroquíes.

Sin embargo, existe confusión sobre en qué momento se produjo la muerte de las personasque viajaban conellos. Según Caminando Fronteras, los testimonios mencionan que, tras la intervención de la Guardia Civil, la patrullera marroquí «trató de trasladar a Marruecos la patera a rastras, con una cuerda y, finalmente, la embarcación volcó».

Por el momento, la ONG ha confirmado la existencia de cuatro cuerpos en la morgue del hospital El Hassani de Nador que corresponden a»cuatro mujeres congoleñas» que viajaban en la patera siniestrada.

El bloqueo de pateras en alta mar es habitual

Enmayo del año pasado, el Gobierno reconoció como práctica habitual el bloqueo de pateras en alta mar con el objetivo de devolverlas a Marruecos. En una respuesta a una pregunta de lasenadora de Podemos Maribel Mora, el Ejecutivo afirmóque»las patrulleras de la Guardia Civil van a rescatar a las personas en riesgo con independencia de la soberanía de las aguas en las que se encuentren», y «s i el rescate se produce en aguas marroquíes las personas son recogidas por las autoridades marroquíes con sus embarcaciones».

Según el Gobierno, la devolución en alta mar se realiza siempre y cuando la detección se produzca en aguas marroquíes. Sin embargo, la indefinición de las fronteras marítimas en la zona de Ceuta y Melilla hacen complicado determinar la jurisdicción de las aguas durante estas actuaciones. En esta línea, la Delegación del Gobierno en Melilla asegura desconocer si la intervención de la Guardia Civil producida este jueves tuvo lugar en aguas españolas o marroquíes.

No obstante, segúnla Defensoríadel Pueblo, estas prácticas son ilegales independientemente de que se produzcan en aguas españolas o marroquíes.

Caminando Fronteras advierte de que el bloqueo de pateras en alta marconstituye»el mayor peligro» al que se enfrentan los migrantes en su acceso marítimo aCeuta y Melilla.

Tras una queja registrada por la ONG a la Defensora del Pueblo, la Guardia Civil justificó en su respuesta que «actúa en cumplimiento de una orden de servicio sobre vigilancia e impermeabilización de fronteras en la Ciudad de Ceuta» y busca «materializar las tareas de impermeabilización fronteriza en el mar, que consisten en la detección temprana de las embarcaciones que traten de acceder con inmigrantes a territorio nacional».


Nadie hablará de ellas aunque hayan muerto

A la memoria de Aminatou, Dalloba, Bebé, Clemence, Merveille, Pacience y otra compañera aún por identificar.

Fuente: http://www.publico.es/opinion/nadie-hablara-hayan-muerto.html

Nadie hablará de nosotras cuando hayamos muerto. Desde ayer esta frase, título de la película de Agustín Díaz Yanes, se me ha instalado en el corazón.

La Delegación de Gobierno de Melilla no sabía nada de las siete mujeres muertas tras una devolución en caliente en una de las playas de la ciudad. Cinco de las víctimas procedían de República Democrática del Congo y dos de Guinea Conakry. Todas tenían historias de vida que necesitaban de protección especial por parte de las autoridades.

Estuvieron estas siete mujeres en una patera, a escasos metros de la playa de Melilla, según explican los supervivientes. Frente a ellas, funcionarios de la Guardia Civil, representantes del Estado español. Ahora, esas siete mujeres, sus cuerpos, yacen en la morgue del Hospital Hassani de Nador. Una de ellas es tan menuda que entran dudas de si sería aún una niña. De dos de ellas ni siquiera se sabe su paradero.

Las morgues tienen un olor característico, al menos las de Marruecos. He recorrido todas las del norte de este país, y después de entrar a reconocer los cuerpos de las víctimas de la frontera sur, el olor te acompaña durante todo el día. Para mí es un recordatorio de cómo huele la violencia.

Cuando las personas mueren ahogadas suelen tener una especie de espuma en sus bocas, algunas llevan incluso aún los chalecos salvavidas o las gomas de ruedas con las que intentaron flotar. Los niños y niñas que he visto suelen seguir abrazados a sus madres, atados con pañuelos contra los pechos de quienes les vieron nacer y también morir.

Nadie hablará de nosotras cuando hayamos muerto. Siete víctimas más a las puertas de Europa, siete mujeres cuyas vidas parece que no valían para los funcionarios de control de fronteras mucho más que la violencia que supieron soportar o que los beneficios que su explotación iban a generar en Europa.

Se ha hablado mucho de las devoluciones en caliente. Los juristas se han escandalizado con la legalización de algo a todas luces inhumano, mientras los distintos ministros del Interior las defienden como una práctica y/o protocolo de control migratorio.

Hemos escuchado durante años los relatos de aquellos que sobrevivieron a estos «protocolos». Algunas personas quedaron mutiladas de por vida, física o psicológicamente, tras esas experiencias. Creo que es bueno hoy publicar las notas de un relato que en su día me hizo una madre:

«Llevaba a la bebé pegada a mí. El niño iba en los brazos de un amigo. Estaba oscuro, mucho, pero las luces de la ciudad se veían cada vez más de cerca. Casi habíamos llegado. Aparecieron los españoles y el capitán de la embarcación intentó esquivarles, la playa estaba muy cerca, decía que casi habíamos llegado. Pero los españoles no nos dejaban, vimos las luces de otra embarcación acercándose, los hombres dijeron que seguro era la Marina marroquí. Gritamos, suplicamos. Dijimos palabras en español, incluso «asylum». Lloraban los niños, seguíamos gritando. Estaba oscuro. Algunos se tiraron al agua. Tuve miedo de lanzarme al mar, nunca me gustó el espíritu de Mammy Water. Otros hermanos estaban desesperados e intentaban saltar a la barca de los españoles, pero estos daban golpes con sus porras. De repente fue el silencio. Alguien gritó: «¡Se está ahogando!». Entonces la patrullera nos embestía y el capitán tuvo que rendirse para que no muriésemos todos. Estábamos al lado de las luces de la ciudad. La patrullera nos enganchó y arrastró. Gritábamos que había un hombre en el agua, pero fue inútil, se quedó allí».

Nadie hablará de nosotras cuando hayamos muerto. Cuando publiqué la noticia de la muerte de estas siete mujeres en las redes sociales, esperaba que la primera reacción fuese desearles Descansar En Paz (DEP) y dar el pésame a los familiares. Ilusa de mí, muchas personas se lanzaron a culpabilizarlas o a estigmatizarlas. Para qué venían, con qué intenciones, estaban cruzando una frontera de forma «ilegal»… Justificar el porqué estaban allí, justificar si los funcionarios del Estado vieron o no vieron todo lo que tenían que ver, justificar y juzgar, pero sobre todo juzgarlas. Porque al final las mujeres somos culpables de la violencia que recibimos; ellas, además, más culpables aún, porque eran negras, eran pobres, eran «ilegales», eran molestas. Ayer Melilla estaba en fiestas y la Delegación tenía que responder a preguntas de periodistas. Y por eso respondieron que no sabían nada de las mujeres, que no iban a hablar de ellas aunque hubiesen muerto.

*Helena Maleno es periodista e investigadora especializada en migraciones y trata de seres humanos

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