¿Cuánto le importa a España la salud global?

El informe de 2018 de Médicos del Mundo y Medicusmundi «La Salud en la Cooperación al Desarrollo y la Acción Humanitaria» denuncia que la ayuda para este sector de la cooperación internacional, con 65,6 millones en 2017, apenas representa el 2,56% del total.

Fuente: Planeta Futuro (Alejandra Agudo)

España es menos solidaria con las naciones más pobres que hace una década. Con un presupuesto de 2.560 millones de euros en 2017, la ayuda oficial para el desarrollo se quedó en un 0,19% del PIB, mientras que diez años antes representaba un 0,37%. De entre todos los proyectos que se financian con estos fondos menguantes, los relacionados con la salud no son una prioridad. A estos programas se destinaron 65,6 millones de euros, un «exiguo» 2,56% del total. Es lo que denuncian las ONG Médicos del Mundo y Medicusmundi en su informe La salud en la cooperación al desarrollo y la acción humanitaria 2018, presentado este miércoles en Madrid.


Pese a que la partida para programas de salud ha aumentado 200.000 euros, este sector ha perdido peso en el conjunto de la cooperación española. El 2,56% del total de la ayuda bruta en 2017 se destinó a proyectos sanitarios, un porcentaje inferior al de 2016 (3,1%) y muy por debajo de lo que destinan de media los donantes de la OCDE (12,6%). «Es un tema de voluntad política», asegura Carlos Mediano, presidente de Medicusmundi.


Coincide Miguel Casado, jefe del área de salud de la Secretaría de Estado de Cooperación Internacional. «Soy el primero en lamentar que la ayuda para salud sea tan baja. Estos informes nos sirven para hacer autocrítica, a poner blanco sobre negro las dificultades de la cooperación y española y nos ayudan a cambiar el rumbo». Matiza, no obstante, que para los países de América Latina a los que apoya España la salud no es una prioridad. «Si bien, eso no quita que se pudiera mejorar el nivel de ayuda y destinarlo a organizaciones multilaterales como la alianza para las vacunas, Gavi, o el Fondo Global [para la tuberculosis, la malaria y el VIH] o aumentar la cooperación donde la salud sí es una prioridad, en países africanos con los que ya trabajamos como Mozambique o Malí», agrega.


Mejorar no sería difícil. España aporta poco o nada a los organismos citados por Casado. Concretamente, al Fondo Global no ha destinado ni un euro desde 2011 a pesar de que en 2016 todos los grupos parlamentarios aprobaron por unanimidad una Proposición No de Ley (PNL) en la que se le pedía al Gobierno otorgar 100 millones de euros en los próximos tres años. A punto de acabar ese plazo y con un cambio de Ejecutivo de por medio, no ha habido signos de que el país vaya a regresar en el corto plazo a la mesa de donantes de este organismo que lucha contra la tuberculosis, la malaria y el VIH, prioritarias en para la comunidad internacional como refleja el tercero los 17 Objetivos de Desarrollo Sostenible de la ONU (ODS).

España aporta poco o nada a los organismos multilaterales para la salud global. Concretamente, al Fondo Global contra la tuberculosis, la malaria y el VIH no ha destinado ni un euro desde 2011


A la Alianza para la Vacunación e Inmunización (Gavi, por sus siglas en inglés), España le da 9,5 millones al año desde 2005. En 2020, el país habrá destinado apenas 47,5 millones a esta organización que ha vacunado a 700 millones de niños desde su creación en 2000, según los datos que ha anunciado en una reunión en Abu Dabi esta semana. Lo han hecho gracias a los miles de millones de euros aportados por donantes mucho más generosos que España, con la Fundación Bill y Melinda Gates y Reino Unido a la cabeza, que el pasado 2015 dieron respectivamente 1.370 y 1.330 millones de euros a este organismo.


«Los ODS nos van a obligar a trabajar más en la línea multilateral», analiza Mediano. No obstante, el informe elaborado por las ONG subraya que el 100% de las contribuciones españolas a organismos multilaterales «responden al criterio de obligatorias”. Además de incrementarlas, las entidades piden que la decisión de dónde se pone el dinero se base en las necesidades de la salud de la población y no en las agendas de los donantes. No siempre coinciden unas y otras, analiza Mediano, y hay problemas que no reciben la atención que merecen dada su envergadura como la salud materna, sexual y reproductiva. En este sentido, los autores del documento recuerdan que más de 15.300 menores y 830 gestantes mueren cada día en el mundo por causas que son mayoritariamente evitables; 200 millones de mujeres sufren la ausencia de una adecuada planificación familiar; y las cuatro enfermedades no transmisibles más importantes provocaron la muerte de 87.000 personas diarias en 2016.


Mucho se habla en los foros internacionales, además de la lucha contra determinadas enfermedades, de la necesidad de fortalecer los sistemas públicos de salud de los países menos adelantados. La crisis del ébola que estalló en 2014 y afectó principalmente a tres países —Guinea, Liberia y Sierra Leona— mostró la debilidad de sus sanitarias y su incapacidad para responder a la emergencia. «Pero la salud cuesta. Y para fortalecer los sistemas sanitarios públicos hacen falta profesionales cualificados y bien pagados. Sin ellos, no se puede», afirma Casado. Defiende el jefe del área de salud de la Secretaría de Estado de Cooperación Internacional la necesidad de aumentar el apoyo económico para este sector. «Si los países tuvieran un PIB superior, podrían financiarse ellos mismos. Y cuando lo tienen, hay un proceso de transición para que comiencen a hacerlo. Pero muchos no tienen recursos y necesitan ayuda internacional», añade. 


La ayuda humanitaria tampoco se recupera de los recortes, según el informe de las ONG. Emiliana Tapia, responsable de incidencia política internacional de Médicos del Mundo, recuerda que esta partida para la respuesta a emergencias no fue una excepción y sufrió la tijera drásticamente durante la crisis económica. En 2017, año en el que había 136 millones de personas en el mundo que necesitaban ayuda urgente para sobrevivir, según la ONU, España destinó a este propósito 54,4 millones de euros. Son tres millones más que el ejercicio anterior, pero es una cantidad «ínfima», critica la especialista. «De continuar el incremento de esta partida al ritmo actual, tardaremos 30 años en recuperar los niveles de ayuda humanitaria de 2011», incide.


La caída y lenta recuperación de la ayuda humanitaria se da también en la que se destina específicamente para atender la salud de las personas en situación de crisis. Un problema que no exclusivo de España. «Apenas se suelen cubrir el 60% de los fondos solicitados en llamamientos internacionales para emergencias sanitarias. En crisis como la de Yemen, Siria o Sudán del Sur se cubren menos del 50% de las necesidades de salud», asegura Tapia. Explica la experta de Médicos del Mundo que en contextos de crisis, los sistemas sanitarios se quedan aún más debilitados de lo que en muchos casos ya estaban.

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