Ecologistas en Acción. Cantantes, poetas y ecologistas protestaron contra la construcción del canal interoceánico de Nicaragua, un proyecto con graves impactos para la naturaleza, los recursos y la sociedad de ese país centroamericano.
El acto coincidió con el 99 aniversario de la muerte de Rubén Darío, la estatua levantada en su honor en Madrid fue testigo de la protesta poética y musical.El cante flamenco del Niño de Elche, los versos y textos de Juanjo Álvarez, Gsús Bonilla, Antonio Crespo Massieu, Óscar Curieses, Jorge Díaz, Matías Escalera Cordero, María García Zambrano, Alberto García-Teresa, José Luis Gómez Toré, Luis Luna, Ana Belén Martín Vázquez, Federico Ocaña, Viviana Paletta, Iván Rafael, Jorge Riechmann y José Segovia se recitaron en la Plaza de Rubén Darío para dar a conocer la amenaza de un canal tan faraónico como innecesario. Pensado para el paso de grandes buques entre el Atlántico y el Pacífico, el canal puede suponer un enorme desastre ecológico, social y económico en Centroamérica.
El proyecto implicaría una enorme excavación a lo largo de 278 kilómetros, atravesando importantes áreas de selva virgen y la mayor reserva de agua potable en Centroamérica, el lago Nicaragua o Cocibolca. Dañaría miles de kilómetros cuadrados de bosque, costa y humedales que incluyen el sistema de humedales de San Miguelito (incluido en la Convención Ramsar), la Reserva Natural Cerro Silva o la Reserva de la Biosfera de Río San Juan, por citar algunos.
La obra afectaría a los hábitat de al menos 22 especies vulnerables y en peligro de extinción, de acuerdo con la Lista Roja de la UICN, incluyendo tapires, jaguares, tortugas marinas, corales y otras especies; así como algunos de los escasísimos manglares vírgenes, arrecifes de coral, bosques secos y bosques húmedos que aún perduran en Centroamérica. El Corredor Biológico Mesoamericano diseñado por los gobiernos de la región será partido en dos, y el canal y su infraestructura crearán una barrera descomunal de dispersión para plantas y animales.
El canal también causaría fortísimos daños a la calidad del agua y su distribución, todo ello en un país con problemas de escasez hídrica. Los impactos combinados del proceso de construcción del canal y de los derrames accidentales de petróleo de buques oceánicos que utilizasen la ruta podrían impedir el uso del agua del lago para beber, la pesca, el riego o el turismo. Sólo en el Lago Cocibolca habría que realizar una zanja de 520 metros de ancho por 30 metros de profundidad, lo que obligará a mover 1.300 millones de toneladas de sedimentos y materiales del fondo del lago
Numerosas poblaciones locales, tanto campesinas como comunidades indígenas, se verían obligadas a desplazarse por la construcción del Canal, vulnerando la propia Constitución de Nicaragua.
El acto, organizado por Ecologistas en Acción, finalizó con la lectura de un manifiesto en solidaridad con el pueblo nicaragüense y contra el proyecto de canal interoceánico.
Manifiesto
En solidaridad con el pueblo nicaragüense
Contra el proyecto de canal interoceánico
El gobierno de Nicaragua ha iniciado a finales de diciembre de 2014 la construcción del llamado Canal Interoceánico, una obra faraónica pensada para el paso de grandes buques entre el Atlántico y el Pacífico que puede suponer el mayor desastre ecológico, social y económico de Centroamérica en toda su historia [1].
Si se lleva adelante este desastroso proyecto dividirá en dos el país, impedirá el desarrollo del turismo sostenible en la costa de Rivas y acentuará el riesgo de catástrofes naturales (pues se construye en una zona de alto riesgo sísmico, partiendo en dos el arco volcánico centroamericano y pasando al lado de varios volcanes activos). Supondrá la expulsión de sus tierras de millares de campesinos; la creación de una gran barrera en las reservas forestales de Bosawás, Indio Maíz y Cerro Silva; y la entrega de la soberanía nacional nicaragüense a un conglomerado financiero internacional (pues el gobierno ha concedido al concesionario chino total discrecionalidad para “negociar” la adquisición de propiedades tanto en el canal propiamente dicho como en los sub-proyectos que no están en la ruta canalera).
Pero con todo, la principal amenaza del proyecto reside en que la ruta propuesta atraviesa 105 Km del gran Lago Cocibolca, que es la mayor reserva de agua dulce de Centroamérica, para lo cual se contempla remover 1200 millones de toneladas de sedimentos. Este inmenso movimiento de lodos, así como el drenaje de agua por las esclusas que comprometería el caudal de los ríos (especialmente Río Sanjuán) y la destrucción y contaminación de los servicios e infraestructuras adyacentes, supondría la destrucción del lago, la desertización de las tierras (que se riegan por infiltración) y la desarticulación de de los modos de vida asociados.
Las poblaciones de las comarcas afectadas y el conjunto de la ciudadanía nicaragüense se están movilizando intensamente, a lo que el gobierno ha contestado con un aparato policial y militar que claramente está al servicio de las empresas constructoras.
Una vez más se invoca un “desarrollo” amparado en megaproyectos que finalmente solo atienden a los intereses de las grandes corporaciones aliadas al poder político local. Está demostrado que el verdadero desarrollo, el único posible, es el que se vincula con las características ecológicas, sociales y culturales de los pueblos: así en Nicaragua como en España y en todo el planeta. Aun así, e incluso en términos puramente ingenieriles, la obra propuesta para el canal no respeta ni las más elementales buenas prácticas internacionales sobre megaproyectos, como constató una conferencia organizada por la Academia de la Ciencia de Nicaragua en noviembre de 2014 que contó con la participación de 15 expertos internacionales.
Esta obra se ha planteado falsamente como una confrontación entre las economías emergentes y el imperialismo estadounidense (que estaría representado por el Canal de Panamá y su proyecto de ampliación). Sin embargo, las grandes navieras, el capital financiero y la diplomacia de EE.UU. no se ven amenazadas por este proyecto y de hecho no se han manifestado en contra. Es más, están amparando otros proyectos similares de transporte ferroviario entre ambos océanos en Guatemala y México, todo lo cual supondrá una feroz competencia que desplomará los precios y que es otra de las incertidumbres del Canal Interoceánico, su viabilidad económica. Este viejo proyecto se actualiza precisamente cuando el cenit o “pico” del petróleo, y la tendencia a la “desglobalización” asociada con el mismo, harán descender el transporte internacional de mercancías.
En el siglo XXI, proteger el agua dulce y los bosques resulta imprescindible en la lucha contra el calentamiento global. Es absurdo hacer zanjas faraónicas para que pasen barcos que –con el “pico” conjunto del petróleo y los demás combustibles fósiles- no tendrán combustible para navegar.
Desde España, queremos hacer llegar un mensaje de solidaridad con la ciudadanía nicaragüense. Porque intuimos cómo os sentís: en España sabemos también de obras faraónicas, pues se han construido aeropuertos para los que no hay tráfico aéreo, una red de carreteras y autovías sobredimensionada, o red de ferrocarril de alta velocidad claramente megalómana, al tiempo que se recortan los fondos para salud, educación o atención a la dependencia. En España sabemos también cómo el poder político local ha favorecido a los grupos financieros por encima de las necesidades de su propia población, a la que se le quitan recursos para pagar una deuda en parte ilegítima. Y mucho sabemos también en España sobre el efecto de las pelotas de goma y de las cargas policiales, mientras algunos ciudadanos y ciudadanas afrontan la cárcel simplemente por asistir a una manifestación.
En solidaridad con el pueblo de Nicaragua, y conjuntamente con muchas sociedades científicas internacionales, nos manifestamos en contra de este proyecto sin aval de ningún estudio científico ni económico, en nuestro convencimiento de que la salud de la biosfera, de la que depende la prosperidad de los pueblos –pues somos interdependientes y ecodependientes-, debe estar por encima del paso de buques Postpanamax. Pues vemos que viola las leyes fundamentales de la naturaleza junto con los principios de soberanía de una nación especialmente castigada por la pobreza, asestando golpes que –si se materializa el proyecto- serán irreversibles.
Desde España y desde la Unión Europea hacemos un llamamiento a la ciudadanía europea responsable para que no sean sólo los pueblos indígenas ni la población campesina directamente afectada los que expongan sus vidas en la defensa de sus medios de existencia, sus espacios naturales y la estabilidad de la Gran Madre Tierra.