Fuente: El Asombrario
En plena bacanal de consumo, el Comercio Justo se prepara para cumplir 30 años de actividad en España en 2016. Su Coordinadora Estatal, que propuso a los partidos políticos la inclusión de un decálogo de medidas en sus programas para las elecciones recién celebradas con el fin de conseguir “una mayor redistribución económica y justicia social”, hace balance. No acaban de despegar. Cada español gasta menos de 1 euro al año en productos de comercio justo, frente al promedio de la UE de más de 10 euros.
POR CARMEN BURGOS
“ZAPATILLAS DE DEPORTE: Hechas en Talon, Pakistán. Son las primeras elaboradas con algodón orgánico y de Comercio Justo, así como con suela de caucho natural, procedente de bosques bien gestionados en Sri Lanka (…). Talon es una fábrica enclavada en el distrito de Sialkot, provincia de Punjab, centro productor mundial de artículos deportivos. Aquí se elabora aproximadamente el 80% de la producción mundial de balones de fútbol”.
“CREMA CORPORAL ARGÁN BIO. Una crema rica, nutriente y tonificante, con un aroma delicado, elaborada con aceite de argán BIO, aceite de sésamo, manteca de karité, aceite esencial de ylang ylang, reafirmante. (…) El aceite de argán procede del sudeste de Marruecos, donde mujeres bereberes de la cooperativa Gie Targanine lo obtienen mediante procesos artesanales. El argán es un arbusto que gracias a sus raíces preserva la fertilidad del suelo en la región y contribuye a luchar contra la desertificación”.
“PIJAMA HOMBRE DELHI AL.OR.BOSQUE. Pijama de hombre 100% de algodón orgánico modelo Delhi, en color jade. Hecho artesanalmente por productores de Rajlakshmi Mills, Calcuta (India)”. Rajlakshmi Mills (9 millones de euros de facturación anual) contrata a más de 1.000 trabajadoras y trabajadores directos, invierte en tecnología y nuevas instalaciones (…). Ofrece un salario justo, proporciona beneficios sociales a sus empleados y empleadas: ayudas para la vivienda, para la educación de sus hijos e hijas…
“CUSCÚS INTEGRAL BLACK MAFTOUL: El cuscús integral Black Maftoul de Comercio Justo es un alimento de gran calidad debido a su cuidadosa elaboración por Palestinian Agricultural Relief Commitees (PARC), una organización creada en 1990 para ayudar a las mujeres viudas o afectadas por la Intifada en Palestina. (…) El primer objetivo de PARC es crear un minimercado para la subsistencia de las mujeres, así como para fomentar la ayuda entre ellas”.
Textos como estos acompañan los más de 200 productos de origen agrícola y unas mil referencias de artículos de artesanía que se comercializan en España en las tiendas de Comercio Justo, en algunas grandes superficies, cadenas de distribución alimentaria y organismos públicos… Y es a su vez un pequeño muestrario de productos finales, así como de los ingredientes utilizados en la producción de otros artículos, que resumen el complejo proceso de lo que la Organización Mundial del Comercio Justo (WFTO) define así: “Un sistema comercial basado en el diálogo, la transparencia y el respeto, que busca una mayor equidad en el comercio internacional, prestando especial atención a criterios sociales y medioambientales; que contribuye al desarrollo sostenible, ofreciendo mejores condiciones comerciales y asegurando los derechos de productores/as y trabajadores/as desfavorecidos, especialmente en el Sur”.
El Comercio Justo nace en los años 50 del pasado siglo para contrarrestar precisamente los desequilibrios brutales entre el Norte y el Sur (países entre los más pobres de África, América Latina y Asia) a los que han ido sumándose otros del entorno mediterráneo como Egipto, Marruecos, Palestina y Turquía. La mano de obra la constituían en su mayoría pequeños productores agrícolas, que trabajaban en condiciones de máxima precariedad laboral, lo que se sumaba a las dificultades arancelarias y de acceso a los grandes productores y cadenas de distribución nacionales e internacionales. En la actualidad son alrededor de 3.000 las organizaciones de productores repartidas entre más de 50 países, cuyo volumen de negocio se estima en 6.000 millones de euros, el 0,001% del comercio mundial.
No todos los artículos que se venden en el canal de Comercio Justo están certificados como tales. En el Estado español, Fairtrade Ibérica certifica en la actualidad más del 75% de los productos, aunque existen otros sellos que garantizan la procedencia y que también están reconocidas por WFTO. Para obtener la certificación, los productos deben responder los diez principios internacionales por los que se rige el Comercio Justo, comenzando por la creación de oportunidades para los más marginados, establecimiento de relaciones comerciales equitativas, funcionamiento democrático de las organizaciones productoras, precio justo de los productos –los cuales deben contemplar un margen que permita una vida digna a sus comunidades y que se cubran los costes de producción-, pasando por la exclusión del trabajo infantil, la igualdad de salarios entre hombre y mujeres, condiciones de trabajo dignas, asistencia técnica a los productores, información y sensibilización del consumo responsable y, por supuesto, cuidado del medioambiente.
El círculo lo cierran las auditorías, garantes del cumplimiento de los requisitos exigidos, tanto sociales como ambientales. “En las auditorías invertimos mucho dinero y muchos recursos”, explica Marta Lozano, directora de la Coordinadora Estatal de Comercio Justo (CECJ), plataforma española que agrupa a 29 organizaciones vinculadas al Comercio Justo, “y así aseguramos la transparencia y credibilidad y la trazabilidad de los productos”.
Según el informe El Comercio Justo en España 2014, presentado el pasado octubre, las ventas alcanzaron los 33,2 millones de euros, en torno a un 6,6% más que en 2013. Los productos más vendidos (90% de las ventas) fueron los alimentarios. A la cabeza se sitúa el café (42,1%), seguido por el azúcar (29,3%) y, a mayor distancia, por el cacao y sus derivados como chocolate y bombones; el té, dulces, zumos, mermeladas, miel, espaguetis, arroz, vino… Para Lozano, “la subida de las ventas se debe a las grandes superficies, que nos hacen llegar a más consumidores, lo que ha compensado el fuerte impacto de la crisis en las tiendas minoristas”. En cualquier caso, se trata de porcentajes muy alejados de los alcanzados en otros países europeos como Reino Unido, donde la segunda marca en ventas de café es de Comercio Justo. O en Suiza, donde uno de cada dos plátanos consumidos se ampara bajo un sello justo.
Desplazados por los productos agroalimentarios, y muy por detrás de ellos, se encuentra la artesanía, que incluye artículos textiles, de decoración, complementos, juguetes… Veraluna, por ejemplo, es una línea de moda compuesta por camisetas, vestidos, blusones, pijamas, camisones, batas, pantalones…, de prendas de algodón orgánico (ecológico, cultivado libre de pesticidas y fertilizantes químicos sintéticos, y producido sin químicos tóxicos), por la que lleva apostando Oxfam Intermón desde hace más de tres años, no sin dificultades. Hasta el momento, además de las camisetas, que es el artículo más vendido, únicamente los pijamas han conseguido una salida considerable. “Hemos tenido que modificar el sistema para adaptar la oferta a la demanda; así, los diseños ahora se hacen en España y se elaboran sobre todo en la India y algo en Bangladesh, porque los diseños de allí no se vendían aquí”, señala Juanjo Martínez, responsable de Productos y Gestión de Comercio Justo de la organización.
Otra oferta que va abriéndose lentamente camino es la cosmética. Un buen ejemplo es la línea “100% natural” de Setem, compuesta por gel, champú y exfoliante a base de azúcar de caña de Paraguay, que, como explica la hoja informativa que la acompaña, “al tratarse de azúcar no refinada mantiene la mayor parte de los nutrientes como los oligoelementos, sales minerales, vitaminas B, A y E…”. El azúcar de caña la cultivan en torno a 220 agricultores del centro de Paraguay, que trabajan a la manera tradicional.
En las tiendas de Comercio Justo (apenas llegan al centenar en España y son atendidas en su casi totalidad por voluntarios) se realiza el 17,3% de las ventas, al que se suman otros comercios minoristas convencionales como herboristerías y ecotiendas (6,5 %), que ofrecen algunos productos de CJ. Pero es en la gran distribución donde se produce el grueso de las ventas. Por el canal Horeca (hostelería, restauración y catering) se realiza el 36,8% de las ventas; mientras que hipermercados y supermercados de cadenas como Alcampo, Carrefour, Eroski y El Corte Inglés suponen nada menos que un 35,1%. Según Lozano, “la diferencia es que las tiendas son las que impulsan el Comercio Justo, porque las grandes superficies no contribuyen nada más que a la comercialización”.
Se calcula que en España sólo un 20% de la población conoce el CJ, y apenas un 2% es cliente. El promedio europeo de gasto por habitante y año se sitúa en 11,43 €; el de la UE en 10,74 €. Mientras que en Suiza alcanza los 43,94 €, en Reino Unido los 32 € y en Finlandia los 28,89 €, en España no supera el 0,71 €, sólo por delante de la República Checa, Letonia y Lituania.
En 2001 una pequeña localidad de Reino Unido, Garstang, se autoproclamaba “primera ciudad por el Comercio Justo del mundo”, tras un año de movilizaciones pidiendo que se facilitase el acceso de los ciudadanos a estos productos en tiendas, colegios, empresas, cafeterías y restaurantes… Al año siguiente, la iniciativa ya había recalado en ciudades de Irlanda, Bélgica y Países Bajos. Y en 2007 la Campaña Internacional por el Comercio Justo recibe el plácet de la Unión Europea. Hoy son más de 1.700 localidades en todo el mundo. La concesión del título exige la implicación muy directa del Ayuntamiento en colaboración con otros agentes locales para llevar a cabo actividades y campañas de sensibilización y de fomento de la compra pública y privada de productos de CJ.
El primer municipio español en convertirse en Ciudad por el Comercio Justo fue Córdoba, en 2008. Hoy son 13: Bilbao y Getxo (Vizcaya), Espejo (Córdoba), León, Málaga, Madrid, Puerto Real (Cádiz), San Sebastián-Donostia y Legazpi (Guipúzcoa), Orihuela (Alicante) y Torrelavega y Laredo (Cantabria). Según la coordinadora del programa, la Organización de Comercio Justo Ideas, en el Estado español están involucradas más de 40 localidades y 23 agentes sociales entre asociaciones empresariales, de amas de casa, de consumidores, de vecinos, empresas de distribución, órganos de certificación, importadoras… Sin embargo, no todo son alegrías, y ante los pobres resultados de los últimos años, Juanjo Martínez considera un error la facilidad con que se puede conseguir: “Hay que venderse más caro. No puede ser que muchos ayuntamientos presuman de ese título sin apenas hacer nada…”.
El nivel del compromiso y resultados exigidos están directamente relacionados con el número de habitantes del municipio. En opinión de Carmen Rebollo, directora general del Instituto Municipal de Consumo de Madrid, “en los últimos tiempos la crisis ha frenado la presencia de los productos de Comercio Justo en los organismos municipales, pero podemos hacer mucho con actitudes ejemplarizantes y de concienciación”, y confía en que la trasposición de la Directiva 2014/24/UE del Parlamento Europeo y del Consejo de 26 de febrero de 2014, que se espera que entre en funcionamiento a partir del próximo abril, permita aplicar otros criterios en compras y contrataciones municipales más allá del precio.
¿Son los precios la causa de la escasa repercusión del Comercio Justo en España? Para Marta Mangrané, del área de Acción Social y Cooperación de la Organización de Comercio Justo Ideas: “Esto no es sino desconocimiento. Hay que transmitir que los productos CJ sólo pueden compararse con los productos y los precios de alta calidad convencionales”. Hay quienes apuntan a los 20 años de retraso que España mantiene respecto a Europa a la reducida visibilidad de la oferta, pero el informe de Comercio Justo en España 2014 mira directamente “al escaso apoyo de las administraciones públicas frente a lo que ocurre en otros países europeos” y califica de “irrisorio” el 1% que representan sus compras de CJ. Esperan que hoy mismo algo comience a cambiar.