Castelló / Viernes, 9 de mayo de 2025.- Cuidar. Reforzar. Respetar. Tejer redes. Sobre estas ideas, como motores de cambio, han incidido este jueves en el espacio cultural La Bohemia, y dentro del ciclo ‘Diálogos sin fronteras’ de la Fundación Exodus y Rototom Sunsplash, las cuatro entidades que han dado pulso al debate ‘Economía Transformadora: Retos y Oportunidades para un Futuro Sostenible’.
Representantes del programa Horta Cuina-CERAI, la cooperativa juvenil La Simulación, Fundació Novessendes y la cooperativa La Transversal han compartido su experiencia a la hora de impulsar, desde ámbitos tan diversos como la educación, el arte, la agroecología o el cooperativismo, modelos económicos alternativos basados en la sostenibilidad, la equidad y la justicia social. “No hablamos en abstracto, sino que estos modelos sostenibles, que sitúan a las personas, a la comunidad y al medio ambiente en el centro de todos los procesos y decisiones, son tangibles y se están haciendo aquí”, ha destacado en la presentación de la sesión la periodista Paqui Tercero, moderadora del acto.
“¿Y si la economía fuera parte de la solución?”, ha lanzado por su parte Simone Firmani, de la Fundación Exodus, como arranque para esta reflexión colectiva, sobre la que ha transitado la importancia de poner en valor lo local. “Desde lo local se empiezan a romper estigmas, se demuestra que también en el ámbito más cercano se hacen las cosas bien y se puede aspirar a mucho; ver alternativas que funcionan, y están cerca, hace que el cambio deje de ser una utopía”, han defendido los cuatro ponentes.

En las economías transformadoras, “porque no hay una sola, sino que reúnen múltiples vertientes y enfoques” -inciden desde la Coordinadora de ONGD, colaboradora en la sesión- confluyen pilares como la justicia social, la solidaridad humana, la sostenibilidad ambiental, la transparencia y la participación democrática, ha explicado Mario Rebollar, de Noveesendes, quien plantea como punto de partida para poder visualizar, y alcanzar, este cambio de modelo, hacer un parón y tomar perspectiva. “Lo primero es ser conscientes de que el camino que llevamos como sociedad, nos perjudica en su globalidad. Nos hiere como individuos y como colectivo, por eso, debemos parar y escucharnos, para poder buscar nuevos caminos acordes con la vida, y con todo aquello que la respeta y la defiende”, dice.
Por su parte, Ishtar Uribe, de la cooperativa cultural y juvenil La Simulación, ha apelado a la necesidad de generar comunidad “como la mejor estrategia de resistencia” para sostener alternativas en un mundo “muchas veces hostil” a la emergencia de cambio. Un cambio que “empieza en lo concreto y en lo cercano. Virar hacia otros modelos pasa por construir prácticas distintas en el día a día: cooperar más, apoyarnos, consumir de manera consciente, defender lo común. No hay recetas únicas ni caminos rectos, pero sí muchas experiencias que demuestran que es posible organizarse de otra forma. Para imaginar alternativas necesitamos tiempo, redes y espacios donde sentir que esos otros mundos ya están en marcha. También ser conscientes de que transformar no siempre es crear de cero, sino muchas veces cuidar y reforzar lo que ya está en marcha”, sostiene.

Isthar Uribe ha puesto el foco durante la sesión en la cultura como motor de cambio social y en cómo los proyectos culturales independientes pueden contribuir a fortalecer modelos económicos alternativos. “No somos plenamente conscientes de nuestros derechos culturales como ciudadanía. Necesitamos creérnoslo y sentir que la cultura y el arte son un derecho que podemos y debemos ejercer activamente, y resultan fundamentales para imaginar otros mundos posibles y abrir espacios de reflexión y encuentro; la juventud debe ser partícipe de estos procesos de transformación social, no sólo como receptora sino también como agente activo, aportando miradas frescas, creativas y necesarias para construir nuevas realidades más justas y sostenibles.”, ha defendido.
Desde La Simulación “trabajamos para fortalecer el tejido cultural y artístico que ya existe en Castelló, poniendo siempre en el centro la idea de comunidad”. Implica a jóvenes a través de la práctica cultural, no sólo desde la creación artística sino también usando el arte como herramienta de gestión emocional, de mejora de la autoestima y la percepción propia. “El arte tiene un impacto muy potente en estos procesos personales que permiten desarrollar una mirada crítica real hacia el mundo que nos rodea. Es la base para una participación activa en la transformación social y económica”, dice.
Dentro de las acciones que impulsan estas cuatro entidades para virar hacia esa transformación social desde la economía, Mario Rebollar ha compartido el proyecto educativo de Novessendes, una entidad dedicada a fomentar el desarrollo local sostenible, el empoderamiento ciudadano y la economía del bien común. Se llama Programa Educatiu Futur Sostenible, está presente en 17 centros educativos valencianos y trata de fomentar los principios y valores de la economía del bien común en las aulas para impulsar la participación y el pensamiento crítico para el desarrollo sostenible. “Siempre desde las necesidades del alumnado que los trabaja y de su entorno más cercano”, detalla Rebollar, quien incide en que todo lo que impulsa Novessendes gira en torno a las propuestas “que nacen de la ciudadanía y a las que, junto a ella, damos forma”. Así lo plasma otro de sus proyectos más consolidados, L’Horta del Rajolar, que sostienen los propios vecinos y vecinas de Betxí para recuperar terrenos de huerta abandonada y crear cultivos ecológicos.

L’Horta del Rajolar tiene en la agroecología su base. Y, a juicio de Rebollar, ésta es una alternativa para el cambio desde la economía. “Somos lo que comemos. La agroecología propone una alternativa que cuida la tierra, respeta la vida y fortalece las comunidades frente al modelo destructivo predominante. Cultivar con respeto es también una forma de alimentarnos con dignidad”, detalla.
Sobre la agroecología, el producto de proximidad, la soberanía alimentaria, la sensibilización y las aulas -comedores escolares- se mueve buena parte del programa Horta Cuina-CERAI, cuyo objetivo es facilitar y consolidar “una alimentación saludable, sostenible y de calidad” basada en los cultivos de la huerta local en los comedores escolares. “Espacios que entendemos como motor clave para la educación en valores, la garantía del derecho a la alimentación, el respeto al medio ambiente y la puesta en valor de nuestro territorio”, añade Pedro Lloret desde Horta Cuina, presente en 48 centros educativos de la Comunitat Valenciana.
Por último, desde la Cooperativa La Transversal, Anna Peñalver ha dado a conocer el último proyecto de la entidad: un espacio de coworking llamado L’Andana y ubicado en el barrio Crèmor de Castelló, “para atraer proyectos de transformación ecosocial”. “Apostamos por una transición ecosocial porque para que haya transformación ecológica debe haber equidad social y transformación a nivel social”, matiza. Sin perder de vista, añade, que en todo este proceso de cambio y de búsqueda de alternativas, debe latir con fuerza una combinación de hechos, conceptos y valores: “democracia económica, donde las y los trabajadores tengan voz y voto; reducir el consumo y planificación política”. También, concluye, “volver a lo esencial, a encontrarse”.