Fuente: Servicio Jesuita a Migrantes
- En estos días SJM ha reclamado la liberación de las personas internas en CIE, ante la imposibilidad de ejecutar su expulsión, así como el cese de nuevos internamientos. Además, es alarmante la situación en los sobresaturados centros para personas migrantes en Melilla.
- También se ha intensificado el contacto a distancia con las personas migrantes acompañadas en las diferentes ciudades en las que el SJM está presente, con una especial atención hacia las que cuentan con menos red social.
- Ante la situación de emergencia sanitaria por la propagación del coronavirus Covid-19, es fundamental reforzar el sistema de protección de las personas más vulnerables que no sólo están más expuestas ahora, sino que también sufrirán más las previsibles consecuencias.
Madrid, 24 de marzo de 2020. Aquellas personas migrantes que se encuentran en situación administrativa irregular, a la espera de recibir documentación o resoluciones de procedimientos administrativos, quienes están internadas en centros para personas extranjeras, aquellas que afrontan la precariedad sociolaboral, las que trabajan en sectores de hogar y cuidados, son las que en este contexto de crisis sanitaria tienen un mayor riesgo de vulnerabilidad. El Servicio Jesuita a Migrantes cree que es más necesario que nunca un compromiso social dirigido a su protección en este contexto.
En la Frontera Sur, se vive una situación especialmente preocupante por la vulnerabilidad en que se encuentran muchas personas. En la ciudad de Melilla, la habitual masificación de determinados centros agrava la situación. Actualmente el Centro de Estancia Temporal para Inmigrantes (CETI) acoge alrededor de 1.700 personas, duplicando ampliamente su capacidad de 780 plazas. Por su parte, el centro de menores “Purísima” alberga alrededor de 900 niños a pesar de disponer de 350 plazas. Deben tomarse de manera urgente las medidas de prevención necesarias que aseguren la higiene continua y el aislamiento social de sus internos para evitar un eventual contagio masivo. Igualmente deben tomarse actuaciones extraordinarias que faciliten la convivencia mientras dure la situación de confinamiento; más si cabe ante la situación de pseudo privación de libertad en que se encuentran. Los espacios de frontera son siempre difíciles para las personas migrantes y refugiadas, si bien, estos días observamos cómo se viven situaciones en que la desprotección y la vulnerabilidad aumentan. Por ello, deben realizarse esfuerzos para proteger a los colectivos más necesitados, especialmente a las personas “sin hogar”.
Desde SJM se ha lanzado un llamamiento a detener el internamiento de las personas migrantes en los Centros de Internamiento de Extranjeros (CIE). Ante la imposibilidad de ejecutar expulsiones por el cierre de fronteras exteriores, y frente a una situación que puede poner en riesgo a las personas internas, no tiene sentido común ni rigor jurídico continuar con el internamiento de este colectivo de población. Los CIE son centros donde se generan y perpetúan situaciones de sufrimiento y violencia, donde las condiciones sanitarias, legales, de interpretación, etc. son deficientes. La restricción de visitas a las ONG hace imposible observar la situación en contexto de emergencia sanitaria. Mantener el internamiento sólo agrava la vulnerabilidad de las personas encerradas. Tras la suma a la petición de cierre por parte del Defensor del Pueblo, se ha observado en las últimos días cómo algunos CIE, como los de Barcelona y Tarifa, se han vaciado, así como el Gobierno ha activado un sistema de acogida para las personas internas en función de su situación particular.
Las mujeres migrantes que trabajan en el hogar y en el sector de cuidados afrontan esta crisis sanitaria con una especial vulnerabilidad, soportando cargas excesivas y compaginando el cuidado en el domicilio familiar con el plano laboral. Sus tareas son imprescindibles para muchas personas mayores y en situación de dependencia, que en esta emergencia son también un colectivo de alto riesgo. Sin embargo, a las vulneraciones que ya venían sufriendo (trabajo sin contrato ni seguridad social, jornadas abusivas, etc), se añade el hecho de afrontar esta emergencia sanitaria sin medidas higiénicas de prevención, sin ninguna prestación o ayuda económica ante situaciones de despido o reducción de horas de trabajo, ni protección ante situaciones en las que perder el trabajo significa perder también la vivienda, como es el caso de muchas trabajadoras internas.
En SJM el compromiso por la Hospitalidad se hace más fuerte en tiempos de crisis. Nuestro deseo es seguir acompañando, sirviendo y defendiendo a las personas migrantes, adaptándonos a esta coyuntura. El acompañamiento personal en casos más urgentes, la escucha, la atención psicosocial o la provisión de servicios básicos a familias o personas que no deben o no pueden salir, se complementa mediante la atención de forma telemática. SJM quiere seguir atendiendo a las necesidades de un colectivo que sufre una vulnerabilidad aún más acentuada con esta situación, en la que las oficinas e instituciones públicas han cerrado sus recursos. Asimismo, todas nuestras comunidades de hospitalidad y recursos residenciales siguen al servicio de cientos de personas en toda España, en un momento en que los recursos de acogida se están viendo menguados.
Desde el SJM se quiere también recordar nuestra común humanidad. La solidaridad en el cuidado, en la atención, en el preocuparnos los unos por los otros es lo que nos sanará. Repitiendo las palabras de los y las hermanos y hermanas de la Red Jesuita con Migrantes de Centroamérica, “la Solidaridad se impone como el más efectivo de los Protocolos”.