En el mes de mayo, los cierres de escuelas afectaron a más del 90% de la población estudiantil de todo el mundo, lo que supuso que más de 1.500 millones de niños, niñas y jóvenes no pudiesen acudir a sus centros educativos. A día de hoy, se estima que alrededor de 24 millones de estudiantes (desde la educación preprimaria hasta la terciaria) no habrían regresado a las instituciones educativas en 2020, incluidas escuelas, universidades u otras instituciones de formación, de los cuales 10,9 millones se encuentran en los niveles primario y secundario.
“Es evidente que el riesgo de no regresar a las instituciones educativas y de que, incluso, muchos estudiantes abandonen eventualmente la escuela en los próximos años, va a aumentar de manera preocupante”, ha explicado Lucía Rodríguez, responsable de Incidencia en Entreculturas durante la presentación del informe “Recuperar la ayuda a la educación. Una llamada de emergencia. Tendencias de la cooperación española en educación”, un documento que analiza la cooperación de España en educación.
Décadas de progreso, en peligro
Los 10,9 millones de los niveles primario y secundario se suman a los 258 millones de niñas, niños y jóvenes de esta edad que ya estaban fuera de la escuela antes de la crisis. Las crisis anteriores revelaron que no todos los niños y niñas afrontan las dificultades de la misma forma: el que vive en zonas pobres o rurales, las niñas, las personas refugiadas, aquellas con discapacidad o las que se han visto obligadas a desplazarse de manera forzosa son las que tendrán más dificultades para continuar su aprendizaje. Cuanto más tiempo permanezcan fuera de la escuela, es menos probable que regresen.
Entreculturas alerta de que las dificultades para el aprendizaje también amenazan con extenderse más allá de esta generación y borrar décadas de logros y progreso educativo, sobre todo, en el apoyo a las niñas y en el acceso y retención de las mujeres jóvenes al sistema educativo. “Desde Entreculturas hoy hacemos una llamada de emergencia: la educación no puede esperar. Ante la situación que estamos viviendo, la cooperación internacional es clave en la búsqueda de soluciones y España puede llegar a jugar un papel relevante en el escenario internacional si da un giro a la política de cooperación que ha dejado caer desde la crisis de 2008” ha afirmado Lucía Rodríguez.
El desafío de la financiación
La pandemia está contribuyendo a generar una profunda recesión global que tendrá efectos duraderos en las economías y finanzas públicas de muchos países, especialmente de aquellos cuyos sistemas son más débiles. Pero “existen bienes públicos globales, como la salud, la educación o el medio ambiente, que deben ser protegidos en estrategias que vayan más allá de las condiciones económicas de cada país y que son un espacio de protección compartida para garantizar sociedades más seguras, inclusivas y sostenibles” ha sostenido Macarena Romero, Técnica de Incidencia de Entreculturas.
La comunidad internacional no ha dejado de incrementar su inversión en cooperación internacional hasta 2018 a pesar de la crisis económica, aumentando sus fondos en un 55% de 2007 a 2018. Sin embargo, en España ha ocurrido todo lo contrario y desde 2009 la cooperación española no ha dejado de caer, siendo una de las políticas públicas que más recortes ha sufrido reduciéndose casi a la mitad entre 2008 (4.760 millones de euros) y 2018 (con 2.449 millones de euros).
Estos recortes afectaron sobremanera a la AOD bilateral, instrumento principal y esencial de las políticas de cooperación de un país. Si el compromiso es destinar el 0,7% del PIB a AOD, España ha pasado de invertir el 0.37% del PIB en 2007 al 0,20 en 2018, atravesando una profunda caída durante esa década llegando incluso a destinar sólo el 0,12 en 2015. Hemos pasado de estar en el puesto 7 en 2007-2009 de los países del CAD respecto a aportaciones de AOD a ocupar el puesto 16 en 2018.
“Existen bienes públicos globales, como la salud, la educación o el medio ambiente, que deben ser protegidos en estrategias que vayan más allá de las condiciones económicas de cada país y que son un espacio de protección compartida para garantizar sociedades más seguras, inclusivas y sostenibles”.
La AOD en educación, pieza clave para el logro de los ODS
Tras “una década en la que la cooperación internacional ha perdido de manera dramática significación y por otra lado el actual contexto de crisis generado por la COVID muestra, hoy más que nunca, el papel primordial que desempeña la cooperación internacional como instrumento para no dejar a nadie atrás. La solidaridad entre países, regiones y continentes ya no es opcional, sino más bien la única vía de construir sociedades equitativas solidarias y sostenibles”, ha explicado Ramón Almansa Director Ejecutivo de Entreculturas.
Esta situación excepcional pone a prueba esta solidaridad, pero también la globalización y los marcos internacionales que la gobiernan. Con la nueva Agenda Internacional de Desarrollo como línea a seguir, el mundo debe organizarse, protegiéndose unos a otros y colaborar, primero, para vencer el virus y, segundo, para garantizar que la brecha de la desigualdad no se vea ampliada.
En este escenario es donde “el Gobierno de España debe dar un paso adelante, reafirmar y redoblar su compromiso con la cooperación internacional en aquellos sectores que se han demostrado cruciales durante la crisis. Se deben poner en el centro de la agenda de la cooperación española los servicios sociales básicos como la sanidad y la educación. Éstos no sólo son bienes públicos globales, asociados a derechos humanos fundamentales, sino que también tienen un efecto multiplicador, siendo palanca necesaria para el disfrute de otros derechos”, ha afirmado Ramón Almansa.
La cooperación española en educación, un momento decisivo
En contraste absoluto con la tendencia de la comunidad internacional, España ha reducido drásticamente la ayuda sectorial, prácticamente limitándose a los compromisos ineludibles que tiene establecidos con la Unión Europea y otros organismos internacionales. “Cabe destacar que, aunque entre 2010 y 2014 todos estos sectores han visto reducida su ayuda en más de tres cuartas partes, el dato es aún peor si nos focalizamos solo en educación. En concreto, desde 2008 España ha disminuido su aportación en este sector en un 90%”, señalaba Macarena Romero. De este modo, el desplome de la ayuda en educación no solo es fruto del abandono de las políticas de cooperación del Gobierno español (con su respectiva caída de la AOD en su conjunto) sino también de la falta de interés que ha manifestado por los proyectos educativos al mermar hasta el extremo su presupuesto.
Observando la distribución educativa de la ayuda bilateral española, se aprecia como la educación básica, tan solo ha recibido una media de 7,5 millones de euros en el último trienio frente a los casi 110 millones en los primeros años. La ayuda a la educación primaria es una de las partidas que más ha disminuido en estos años.
Muy lejos quedan las recomendaciones realizadas por la propia Comisión de Cooperación del Congreso a través de sendas Proposiciones No de Ley en 1999 y 2006 y a través de de una moción en el Senado del 27 de Noviembre de 2013, en las que se planteaba que la cooperación española debería destinar un 8% de su ayuda a la educación básica. Por el contrario, este porcentaje no ha dejado de bajar en este periodo y hemos pasado del 3,7% que suponía la educación básica en el conjunto de la cooperación española en 2007 al 0,8% que supone en 2018, una cifra diez veces inferior a la que se recomienda.
La cooperación descentralizada, un pilar fundamental
A pesar de haber sufrido un recorte del 76% en los últimos años, la cooperación descentralizada es un componente significativo porcentualmente se ha erigido tristemente en un pilar fundamental dentro de la AOD española a educación al duplicar en una década su presencia, pasando de significar en 2008 el 17% del total de la ayuda al 40% en 2018 , aunque también ha sufrido un recorte del 76%.Ha sido tal, el recorte de la Administración general del Estado que, las también reducidas aportaciones de las comunidades autónomas y los ayuntamientos han ganado peso dentro del conjunto de la cooperación en educación.
El protagonismo y respaldo que la comunidad internacional otorgue al ámbito de la educación condicionará la capacidad de las distintas sociedades para afrontar eficazmente los desafíos que nos ha planteado la COVID-19 y los obstáculos que aparecen para la consecución de los ODS. “El gobierno español ya ha dado un primer paso aprobando la Estrategia de Respuesta Conjunta de la Cooperación Española a la Crisis de la COVID-19, donde se reconoce la crisis educativa que hay que abordar y la importancia que tendrá la educación tanto en esta fase de emergencia, como en la reconstrucción de sociedades que no pueden ampliar sus diferencias y desigualdades debido a la pandemia” explicaba Macarena Romero.
En este contexto, la cooperación española puede desempeñar un rol relevante y contribuir a la implementación de la nueva agenda de desarrollo, priorizando el papel de la educación como herramienta de transformación social.
Ramón Almansa concluía la rueda de prensa indicando que “el momento es ahora. El momento decisivo es este. Y cuando decimos que este es momento decisivo lo que queremos decir y reclamar a la sociedad y a nuestros políticos es que es el momento de tomar decisiones a favor de la educación; tomar decisiones en el aumento de la contribución pública a la solidaridad internacional”. La educación en el mundo está haciendo una llamada de emergencia. No lo podemos dejar pasar, de ello depende el futuro de millones de niños y niñas, de ello depende a fin de cuentas, el futuro de la humanidad, nuestro futuro.