Fuente: ACPP
En la última visita a los proyectos que desarrollamos en Guatemala, he tenido la oportunidad de visitar varias de las comunidades del depar-tamento de Chimaltenango en las que, junto a nuestro socio local CREPD, estamos trabajando en los principales ejes estratégicos de ACPP en el país, la Seguridad Alimentaria, Acceso al agua y Género.
El tortuoso viaje hasta La Garrucha, Hacienda María, Ojer Caibal, Aldea Saquitacaj y El Caserío Tonajuyú, me confirma las dificultades que es-tas poblaciones tienen para su desarrollo, todas ellas con varios denominadores comunes. Se trata de comunidades rurales de montaña, por lo que acceder a ellas es complicado incluso ahora (en época seca), en las que, tradicionalmente, su principal medio de subsistencia se basa en el cultivo de maíz y frijol en pequeñas parcelas familiares, además de que, al tratarse de población indígena (maya – katchikel), son y han sido históricamente olvidadas y marginadas por los gobernantes de Guatemala, por lo que cuentan con importantes dificultades de acceso a algunos servicios básicos como el agua, la sa-nidad y la educación, ya que se encuentran a varios kilómetros del cualquier población que disponga de estos servicios.
Los proyectos que han ocupado la mayor parte de esta visita, por su envergadura, han sido los financiados por Diputación de Sevilla, Ayuntamiento de Miranda de Ebro y Junta de Comuni-dades de Castilla la Mancha (JCCM), mediante los que se está proporcionado a una docena de familias, con especial incidencia en las mujeres, los medios para mejorar su seguridad alimentaria con un pequeño establo y con una vaca preñada, además de facilitarles formación tanto pecuaria como administrativa, para que puedan, por una parte y mediante el consumo de productos frescos y de calidad, mejorar la precaria alimentación familiar preexistente y por otra, a través de la venta del excedente de lechey de terneros, garantizar la sostenibilidad de la acción una vez finalizada la intervención externa y posibilitar la independencia económica de las mujeres. Además, en estas comunidades se interviene en otro de los ejes estratégicos, el acceso al agua. Con el apoyo del ayuntamiento de Miranda de Ebro, se consigue ampliar a más de veinte el número de familias a las que se les proporciona una estructura de captación de agua de lluvia, que las permitirá disponer de acceso a agua potable durante la época seca.
El último destino de nuestro viaje fue la comunidad Ojer Caibal en la que, mediante el proyecto de Emergencia financiado por la JCCM, se apoya a 152 familias en su esfuerzo por paliar los graves efectos que para la agricultura local, está teniendo el cambio climático y la sequía provocada por el especialmente intenso fenómeno de “El Niño” padecido en 2016.
Este viaje me confirmó la difícil realidad en la que se vive, pero, también, la muy positiva inci-dencia de anteriores intervenciones llevadas a cabo por ACPP. Terminada la visita y haciendo balance de todo lo hecho, visto y oído, el resul-tado es realmente bueno, pero hay algo que sobresale por encima de todo, algo que aun ha-biendo pasado unos días, continua resonando en mi memoria. Se trata de un grupo de mujeres explicándome la forma en que la cooperación a través de los proyectos ejecutados, ha mejorado sus vidas como mujeres, lo que supone para ellas disponer de medio de vida propio, un medio de vida que las libra de la obligación de tener que “reclamar plata” a su marido ante cualquier necesidad propia o familiar. Vaya, re-sulta curioso que todavía tenga tan presentes unas palabras que, en su momento, no me pa-recieron tan importantes, ¿será que en realidad sí me lo parecieron?
