Alejandro Quiñoá // Comité Territorial de Dirección de ACPP
Contribuir a la construcción de paz en Guatemala, con ese objetivo iniciamos nuestro trabajo en este país hace ya veintidós años. Eran los tiempos del post conflicto, de los Acuerdos de Paz, de construir país después de una guerra civil larga… muy larga. Con la mirada en esta trayectoria histórica realizamos en septiembre una gira para evaluar nuestro trabajo en el país y cómo enfocarlo en el futuro.
Nada más llegar comprobamos que la paz sigue siendo un anhelo en Guatemala. El presidente Jimmy Morales, un humorista que se aupó al poder con el lema «Ni Corrupto ni Ladrón» y con el apoyo de un sector de la oligarquía militar tradicional, se oponía a que lo investigaran (como ya pasaba con un hijo y su compañero artístico a la par que hermano) por financiación ilegal en la campaña electoral. Se revolvía en la poltrona para que la investigación se paralizase, y también movía de su poltrona a 107 diputados y diputadas, que con la vista en el horizonte cambiaban el Código Penal, vía decreto, para modificar los delitos de financiación electoral y declarar conmutables las penas que no excedan de 10 años de cárcel. En esas llegó la dignidad, la de la sociedad civil organizada, que dijo basta y tomó la calle para clamar justicia. La presión hizo que, al menos, quienes modificaron el Código Penal pasasen la vergüenza de retractarse y dejar sin efecto las modificaciones que algún día creyeron legítimas.
Cuando esto pasaba acompañábamos a nuestra contraparte, CREPD (Cooperación Regional y Proyectos de Desarrollo), en la visita a Tonaju-yú. Esta comunidad se encuentra entre las montañas de Chimaltenango, pero resulta que tampoco viven en paz, porque no es posible cuando la población no accede a los derechos más básicos. No hay agua ni fuentes cercanas con condiciones mínimas, pero ante la adversidad surge la organización. La comunidad eligió a un Comité para que buscase alternativas y contactaron con CREPD, solo quedaba la solución de captar el agua que caía en la época lluviosa. Lo consiguieron y los acompañamos, con el apoyo de la cooperación de varios ayuntamientos del estado español. Construyeron sistemas de captación de agua de lluvia donde las familias almacenan 5.000 litros de agua con los que enfrentar la época seca. De nuevo la dignidad de la sociedad civil.
También visitamos Saquicataj. Esta comunidad, del municipio de San José Poaquil, aún padece las consecuencias de una guerra que ahí fue muy cruenta. El 70% de su población son mujeres, por la altísima mortalidad que provocó el conflicto, especialmente entre los hombres, y por el lastre de una emigración masiva y muy masculinizada a los Estados Unidos. No hay paz porque son escasas las alternativas económicas para una vida en condiciones decentes. Ante la adversidad, de nuevo la organización. En este caso un grupo de mujeres que optaron por impulsar procesos de empoderamiento social y económico. Las acompañamos, con CREPD y la cooperación de varias instituciones (especialmente de la Diputación de Sevilla), para crear explotaciones porcinas que les permitan generar ingresos con el engorde y venta de los animales. Consiguieron ponerlas en marcha, lo celebramos con ellas y, de nuevo, por la dignidad de quien se organiza.
Son dos ejemplos, pero hay más, de una estra-tegia que seguimos construyendo con nuestra contraparte CREPD en el camino hacia la paz real, la que se construye con justicia social y acompañando a la sociedad civil organizada.