Los bombardeos no se detienen. – Alepo, 2 mayo 2016
Queridísimos:
Los bombardeos no se detienen. Cada hora que pasa hay más muertos y heridos y más casas destruidas. La parte de la ciudad que está bajo el control de las fuerzas del gobierno está vacía.
Ayer, en la misa de inicio de mayo, celebrada en la parroquia, la iglesia estaba llenísima. Hoy, en cambio, había pocas personas, casi la mitad de la iglesia estaba vacía. La gente no ha podido participar como es costumbre porque tiene la casa destruida o porque tiene que asistir al funeral de algún familiar fallecido.
Nuestra cocinera me ha llamado para decirme que un misil ha golpeado de lleno su casa. Un milagro que en ese momento no hubiera nadie en ella. Está tratando de recuperar con sus familiares las ropas y la parte de los muebles que no hayan sido destruidos.
Los rostros de la gente están alterados. Cuesta conciliar el sueño. La mayoría ha sido testigo de escenas dramáticas de derrumbes de edificios alrededor de sus casas. Mucha gente ve cómo caen los misiles en sus edificios.
Hoy ha llegado la noticia de la muerte de dos de nuestros parroquianos: un niño y un joven. El niño, Sa’id Tahhan, tenía once años, había ido a felicitar la Pascua a su abuelo. El otro se llamaba Elías Pselis, tenía dieciocho años.
Son días difíciles en los que no se consigue sonreír.
La gente está escapando y se refugia con sus familiares y conocidos en zonas más seguras de Alepo. Hay también largas colas de personas que huyen para refugiarse en la costa, no obstante los precios son mucho más altos que en Alepo.
Padre Ibrahim