Los últimos acontecimientos en Sudán hacen temer un empeoramiento de la situación humanitaria

Los actuales disturbios en Sudán hacen temer un empeoramiento de la situación humanitaria de la población: casi el 80% de la población vive por debajo del umbral de la pobreza y el mismo porcentaje no puede acceder a la atención sanitaria.

En Sudán, el 50% de la desnutrición aguda de los niños está asociada a diarreas o infecciones relacionadas con la falta de acceso al agua, deficiencias del saneamiento y malas prácticas de higiene.

El país sigue afrontando las consecuencias del COVID19 , a los que se une la crisis climática y los conflictos. Es también el país de acogida de una de las mayores poblaciones de refugiados de África, sólo en la última crisis de Tigray (Etiopía) se unieron a Sudán cerca de 60.000 nuevos refugiados.

Acción contra el Hambre trabaja para ayudar a las poblaciones vulnerables de Sudán, un país que en los últimos meses contaba con más del 21% de la población en situación de inseguridad alimentaria grave, con un enfoque centrado en el género y el apoyo a las mujeres

La actual agitación en Sudán está sumiendo al país en la incertidumbre y hace temer un empeoramiento de la situación humanitaria de millones de sudaneses, ya que muchas cadenas de suministro de servicios básicos y alimentos se han visto afectadas.

El número de personas en situación de alta vulnerabilidad podría aumentar, sobre todo porque el país se enfrenta a múltiples crisis, la sanitaria y económica generada por el COVID19, la climática, pero también los conflictos que están provocando desplazamientos masivos en la región.

Salud y nutrición: una de las principales preocupaciones

«Incluso antes de la situación actual, es importante recordar que casi el 81% de la población sudanesa se enfrenta a obstáculos para acceder a la atención sanitaria, y que durante la época de escasez, de junio a septiembre, más del 21% de la población sufrió inseguridad alimentaria grave», afirma Sanjida Tawhid, directora de Acción contra el Hambre en Sudán.

«También hay que tener en cuenta que, según el Informe de los Objetivos de Desarrollo Sostenible 2021 de la ONU, casi el 79% de la población vive por debajo del umbral de la pobreza, y el 51% de los hogares ha tenido que recurrir a estrategias de adaptación basadas en los medios de vida, centrándose en las necesidades alimentarias inmediatas y agotando sus activos», añade.

«También es un problema de acceso al agua, al saneamiento y a la higiene», señala Sanjida. «En Sudán, el 50% de la desnutrición aguda de los niños está asociada a diarreas repetidas o a infecciones parasitarias relacionadas con la falta de acceso al agua, las deficiencias del saneamiento y las malas prácticas de higiene.

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Crisis climática

«Los efectos de la crisis climática son evidentes desde hace muchos años en Sudán. La deforestación, el avance del desierto, pero también las catástrofes recurrentes como las recientes tormentas e inundaciones, de las peores en décadas, son hechos que demuestran los efectos de la crisis climática en el país. Y no se trata sólo de los efectos directos en el país, sino también de las consecuencias a nivel regional. Este verano hemos visto inundaciones récord en Sudán del Sur, que han provocado el desplazamiento de casi medio millón de personas», afirma Menna Abraha, responsable de incidencia política de Acción contra el Hambre para África.

Conflictos

«Los conflictos en la región también tienen un impacto significativo. Sudán alberga una de las mayores poblaciones de refugiados de África, en la que los sudaneses del sur constituyen la mayoría. Otros refugiados proceden de Eritrea, la República Centroafricana, Chad, Siria y Yemen. Todos estos países están impactados por conflictos. Además, tras la crisis del Tigray en Etiopía, casi 60.000 nuevos refugiados se han unido a Sudán», continúa Menna. “En 2020, un total de 9,3 millones de personas requirieron ayuda humanitaria, 1,9 millones de ellas eran personas desplazadas”.

COVID-19

El país ha sufrido el impacto de la crisis de COVID-19, con más de 20 000 casos a finales de 2020. Esto ha conducido prácticamente a la parálisis total del país. La pandemia agravó la crisis económica y la inseguridad alimentaria anteriores; los confinamientos, los cierres fronterizos y el colapso en el suministro de productos de primera necesidad (medicamentos, alimentos, combustible) dieron lugar a la pérdida colectiva de medios de vida para millones de personas y una de las tasas de inflación más elevadas del mundo.

«Sudán sigue enfrentándose a las consecuencias sanitarias y humanitarias de la COVID19. Todavía hay muchos casos de infección en el país y los hospitales están luchando para hacer frente a las olas de infecciones. Nuestros equipos monitorean rigurosamente el uso de EPI y promueven las medidas de barrera y el distanciamiento social para frenar el avance del virus», comenta Sanjida.

Las mujeres en primera línea

«Como suele ocurrir en las crisis y situaciones difíciles, suelen ser las mujeres y los niños los más vulnerables. Sudán tiene una de las tasas de mortalidad materna más altas del mundo, con 311 por cada 100.000 nacidos vivos. Según el Informe de Necesidades Humanitarias 2021 del país, sólo el 51,3% de las mujeres embarazadas asistieron al menos a cuatro visitas de atención prenatal y el 70% de ellas dieron a luz en casa», afirma la directora de Acción contra el Hambre en Sudán.

«Además, Sudán tiene la mayor tasa de mutilación genital femenina del mundo, donde el 82,65% del grupo en edad reproductiva son supervivientes. Según las conclusiones del análisis de género llevado a cabo por Acción contra el Hambre en las regiones de Darfur Central, Kordofán del Sur y Nilo Blanco, y actualmente en curso en Nilo Azul, la falta de acceso de las mujeres y las niñas a los puntos de agua cercanos y a instalaciones de saneamiento y gestión de la higiene menstrual separadas por sexos contribuyó de manera significativa a los riesgos de violencia de género, impactando directamente en su estado de salud y nutrición. De hecho, sólo el 29% de los hogares de Sudán tienen acceso a servicios de protección contra violencia de género», afirma Sanjida.

“La situación de tensión actual nos preocupa. Sabemos que puede generar un contexto de alto estrés muy propicio para generar aumentos de desnutrición en el país. Pedimos la vuelta a la estabilidad para activar de nuevo los servicios básicos y el acceso de los beneficiarios a estos servicios. Pedimos el apoyo de la comunidad internacional para encontrar soluciones a los disturbios actuales, que se siga prestando atención y aportando financiación a la situación en Sudán y así poder mantener nuestro apoyo a las mujeres, niños y niñas, hombres, a toda la población del país”, conluye.

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