La invasión en gran escala de Ucrania por parte de Rusia en 2022 ha desencadenado numerosos crímenes de guerra, ha generado una crisis energética y alimentaria mundial y ha alterado aún más el sistema multilateral, ya de por sí debilitado. También ha puesto de manifiesto la hipocresía de los Estados occidentales que reaccionaron con contundencia a la agresión del Kremlin pero consienten violaciones graves de los derechos humanos en otros lugares. Así lo ha afirmado Amnistía Internacional al presentar su análisis anual de la situación de los derechos humanos en el mundo.
El Informe 2022/23 de Amnistía Internacional. La situación de los derechos humanos en el mundo concluye que el doble rasero y la insuficiencia de las respuestas a los abusos de derechos humanos que se cometen en todo el mundo, incluidos el silencio clamoroso respecto al historial de derechos humanos de Arabia Saudí, la pasividad a propósito de Egipto y la negativa a hacerle frente al sistema de apartheid israelí contra la población palestina, han reforzado la impunidad y la inestabilidad.
El informe también destaca el empleo por parte de China de tácticas de mano dura para impedir la acción internacional sobre los crímenes contra la humanidad que ha cometido, así como la inacción de las instituciones globales y regionales —maniatadas por los intereses individuales de sus miembros— a la hora de responder adecuadamente a conflictos en los que miles de personas están perdiendo la vida, como son los de Etiopía, Myanmar y Yemen.
“La invasión rusa de Ucrania es un ejemplo espeluznante de lo que sucede cuando los Estados creen que pueden incumplir el derecho internacional y violar los derechos humanos sin pagar sus consecuencias”, ha manifestado Agnès Callamard, secretaria general de Amnistía Internacional.
“La Declaración Universal de Derechos Humanos surgió hace 75 años de las cenizas de la Segunda Guerra Mundial. En su esencia está el reconocimiento universal de que todas las personas tienen derechos y libertades fundamentales. Aunque las dinámicas de poder mundiales están inmersas en el caos, los derechos humanos no pueden perderse en mitad de tanta confusión. Deben ser el faro que guíe al mundo en un entorno cada vez más volátil y peligroso. No esperemos a que el mundo arda de nuevo.”