La población palestina sobrevive a uno de los momentos más duros de su historia, bajo las bombas, la masacre, la destrucción y el dolor provocado por Israel

La mayoría de los asesinatos en Gaza corresponden a niños de entre 5 y 9 años

La falta de humanidad es aterradora tras más de un año de ofensiva militar en Gaza y de brutales ataques israelíes hacia palestinos y palestinas de Cisjordania

El Día de Solidaridad con Palestina, la Agencia de Naciones Unidas para la población refugiada de Palestina, UNRWA, hace un llamamiento al respeto a la humanidad compartida que lleva más de un año ausente.

La población palestina ha enfrentado 76 años de desplazamiento, desposesión, trauma, supervivencia y dolor que se han visto exacerbados en el último año ante la masacre continuada que Israel está perpetrando contra los palestinos en la región.

Mientras el alto el fuego en la franja de Gaza no llega, la situación en territorio Palestino ocupado se cronifica y la población pierde cualquier atisbo de esperanza tras haber sido desplazada tantas veces que ya solo esperan morir.

Los trabajadores y trabajadoras humanitarias de UNRWA han sido objeto de la peor de la violencia mientras hacían su trabajo. Miles de trabajadores de UNRWA, palestinos y palestinas, arriesgan sus vidas cada día para no dejar a nadie atrás y proporcionar la asistencia humanitaria que la población necesita para sobrevivir. A pesar de haber perdido a compañeros y a sus propias familias son la cara de la humanidad en Gaza, defensores de los valores que nos unen como seres humanos.

Es importante poner foco también en este día la campaña de desinformación contra UNRWA. Esta campaña tiene como objetivo claro crear caos y desviar la atención de los objetivos políticos de desmantelar la Agencia y es una distracción de lo que realmente importa: el impacto devastador que la ofensiva militar israelí sobre Gaza y la región está teniendo sobre los civiles y el trabajo que los equipos de UNRWA siguen haciendo para salvar vidas. Las campañas de desinformación ponen en peligro las vidas de las personas.

La población palestina en la franja de Gaza

En la franja de Gaza, al menos 44.249 personas han sido asesinadas, de los cuales más de 13.000 son niños y niñas. La mayoría de las muertes infantiles corresponden a niños y niñas de entre 5 y 9 años. Se estima que la cifra es mucho mayor, dado el número de personas que siguen desaparecidas bajo los escombros.

Alrededor del 79% del territorio de la Franja se encuentra bajo órdenes de desalojo activas emitidas por Israel, mientras el norte sigue bajo un estricto asedio desde hace más de 50 días. Allí entre 65.000 y 75.000 personas permanecen sufriendo una situación cada día más crítica mientras Israel deniega el paso de ayuda humanitaria. Casi la totalidad de la franja de Gaza es ahora considerada zona de alto riesgo.

La población palestina en Cisjordania

En Cisjordania, las incursiones militares de las fuerzas israelíes son una realidad cotidiana. Las fuerzas israelíes y colonos han asesinado a 736 personas. Destruyen infraestructuras públicas infligiendo un castigo colectivo a la población palestina.

Los asentamientos ilegales se expanden a un ritmo alarmante, y con total impunidad. La violencia de los colonos israelíes es rampante y no se controla. Israel está preparándose para una mayor anexión.

La población palestina en Líbano

La violencia se ha extendido a Líbano, donde han sido asesinadas miles de personas. Casi un millón de personas han sido desplazadas por los ataques aéreos y las operaciones terrestres de las fuerzas israelíes.

La población palestina en Siria

Miles de familias palestinas se han visto desplazadas y obligadas a huir de Líbano a Siria, un país que lucha por recuperarse de la guerra, una crisis económica y terremotos devastadores.

La población palestina en Jordania

Jordania no es inmune al impacto social y económico de la creciente inestabilidad en los países vecinos. En una región convulsa, millones de refugiados palestinos están profundamente preocupados. Temen que acontecimientos que escapan a su control priven a sus hijos de la educación y les impidan acceder a la asistencia sanitaria y social de las que dependen sus vidas.

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