«La ganadería extensiva es la opción sostenible frente a la carne de laboratorio»

La carne de laboratorio no acabará con el hambre en el mundo ni fomentará el bienestar animal. Este tipo de cultivos de laboratorio consume recursos hídricos y energéticos, por lo que tendrán un impacto ambiental negativo

Se debe cambiar el sistema alimentario global y promover la ganadería extensiva que es viable medioambientalmente y resiliente en el contexto de cambio climático actual

La guía de ganadería de CERAI aporta las claves para la transición hacia un modelo de ganadería sostenible

El Centro de Estudios Rurales y de Agricultura Internacional (CERAI) expresa su opinión sobre el reciente desarrollo y comercialización de carne de laboratorio y afirma que esta tecnología no resolverá el problema del hambre en el mundo ni promoverá el bienestar animal. Según CERAI, los cultivos de laboratorio consumen recursos hídricos y energéticos, lo que resulta en un impacto ambiental negativo. En cambio, enfatiza la necesidad de cambiar el sistema alimentario global y fomentar la ganadería extensiva, que es viable medioambientalmente y resiliente en el actual contexto del cambio climático.

CERAI destaca que, a pesar de la reciente aprobación del cultivo y venta de carne en laboratorios por parte del Departamento de Agricultura de Estados Unidos, hay escasa evidencia científica que respalde las afirmaciones de las empresas que promueven esta tecnología. No está claramente demostrado que esta nueva forma de producción respete a los animales ni reduzca el impacto medioambiental relacionado con el cultivo de piensos y los residuos producidos por el ganado estabulado, aseguran.

Ya en el año 2020, Investigadores de la escuela de ingeniería ISARA de Lyon, especializada en agricultura, agroindustria y medio ambiente, y del Instituto Nacional para la Investigación Agronómica de Francia (INRAE), publicaron un artículo titulado «El mito de la carne de cultivo». En esta investigación, plantearon preocupaciones acerca de la composición nutricional, el impacto en la salud humana, las emisiones de gases de efecto invernadero y los costos de producción asociados con la carne cultivada.

Este año, CERAI organizó las jornadas ¿Qué ganadería necesitamos?, que contaron con la participación de personas especialistas e investigadoras en ganadería e industrias alimentarias. Durante el evento, los y las especialistas detallaron que la «carne de laboratorio» no es carne, sino un nuevo producto proteico procesado que carece de sabor y textura y que requiere aditivos para simular estas características. Se destacó que las industrias relacionadas con la carne de laboratorio dependen de forma importante de recursos no renovables para el desarrollo del producto y se señaló que, a su vez, agravarán la situación de la pequeña agricultura, pesca y ganadería. Además, se remarcó que estos productos están promovidos por grandes empresas agroalimentarias que controlan el sector de la industria cárnica y que el objetivo no es resolver la crisis alimentaria, la crisis climática, ni el abandono de las zonas rurales. En resumen, estos productos no ofrecen soluciones a los problemas actuales.

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Desde CERAI destacan que el consumo de «carne de laboratorio» por el momento no tiene las mismas propiedades alimenticias necesarias para una alimentación adecuada y que aún es temprano para medir su impacto en la salud humana. Además, cuestionan el beneficio ambiental previsto en términos de emisiones de gases de efecto invernadero, ya que, efectivamente, aún no se puede hacer una estimación, puesto que está poco desarrollada y los primeros estudios demuestran que para su producción requieren mucha energía y materiales no renovables. Asimismo, desde una perspectiva económica, la tecnología de carne cultivada es costosa, difícilmente escalable para el consumo mayoritario e inaccesible para los sectores más desfavorecidos de la población en los países ricos y de la gran mayoría de la población de países empobrecidos. Es una tecnología que no acabará con el hambre en el mundo.

Por otro lado, la industria de «carne cultivada» está orientada a reproducir los modelos de las grandes industrias, que no apoya la creación de empleo en las zonas rurales y el que puede generar es de baja calidad y remuneración. Además, si se retira el ganado de los montes y se reemplaza su consumo por el de la carne cultivada, se perderán una serie de servicios ecosistémicos, vitales para la conservación de los espacios naturales y se perderán empleos en las zonas rurales contribuyendo a la despoblación rural. Asimismo, la entidad plantea su preocupación por el monopolio tecnológico y la concentración de riqueza que caracterizan a esta tecnología, así como la falta de control por parte de la población.

Desde CERAI enfatizan que los sistemas de cría de ganado extensivo desempeñan múltiples funciones, como proporcionar proteínas de calidad, generar ingresos para las comunidades rurales y ofrecer productos locales y artesanales que conservan la cultura de los territorios, fomentan el empleo y el desarrollo rural. «La ganadería extensiva asegura la redistribución de riqueza entre personas, la soberanía alimentaria y contribuye a la conservación de paisajes, biodiversidad y cultura ganadera», aseguran desde la entidad.

Por otra parte, la entidad explica que «es fundamental reflexionar sobre el tipo de sistema alimentario que deseamos, puesto que un sistema sostenible debe ser equitativo y respetuoso con las comunidades rurales y debe promover modelos y tecnologías accesibles y adaptadas». Además, es crucial apostar por la salud tanto de las personas como del planeta, «especialmente a través de acciones impulsadas por el sector público, que implican revisar nuestros métodos de producción y consumo», afirma.

CERAI apoya firmemente la ganadería extensiva y ha publicado una guía de buenas prácticas ganaderas que resalta los beneficios medioambientales y sociales de este modelo. La guía está disponible en el siguiente enlace: Guía de buenas prácticas ganaderas – CERAI

 

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