Tras la Cumbre del G20 celebrada en Roma este fin de semana, Oxfam Intermón critica la falta de medidas eficaces y contundentes por parte de los líderes mundiales en un momento en el que se espera una respuesta global ante la pandemia de COVID.
“Suponíamos que este G20 iba a ser un momento clave para formular globalmente respuestas efectivas, innovadoras y equitativas hacia un mundo post-COVID, pero los líderes mundiales no han logrado ponerse de acuerdo y han sido incapaces de impulsar las medidas necesarias para hacer frente a la crisis histórica que estamos viviendo” afirma Franc Cortada, director de Oxfam Intermón.
Suministro de vacunas
Si bien el G20 tiene la intención de ayudar a que al menos el 40% de la población de todos los países se vacune para finales de 2021 y el 70% para mediados de 2022, no han adoptado medidas concretas que den pasos para conseguir ese objetivo, como un plan para impulsar el suministro de vacunas en los países pobres y eliminar las limitaciones de suministro y financiación existentes. Según la Organización Mundial de la Salud, 82 países corren el riesgo de no alcanzar ese objetivo. La realidad es que no lo lograremos si perpetuamos el enfoque actual, que privilegia los beneficios, con donaciones de dosis insuficientes, licencias voluntarias, o el apoyo genérico para la transferencia de tecnología que ha fracasado estrepitosamente.
“Claramente hemos presenciado un fracaso total de liderazgo. A estas alturas de la pandemia es insultante tanto para los millones de personas que han perdido a sus seres queridos como para las y los trabajadores de la salud que han estado expuestos al virus, en primera línea, para salvar vidas”, insiste Cortada. «Las promesas incumplidas de dosis donadas no pondrán fin a esta pandemia, ni tampoco esperar a que las empresas farmacéuticas se ofrezcan en algún momento de forma voluntaria para hacer lo correcto. Por otro lado, es incomprensible que Alemania y Reino Unido hayan silenciado a la mayoría de los miembros del G20 que apoyan la ruptura de los monopolios farmacéuticos para que la producción de vacunas pueda redistribuirse y ampliarse en todo el mundo. Hace meses que esperamos que los derechos y las fórmulas de estas herramientas para salvar vidas se compartan como bienes públicos globales.»
Cambio climático
Respecto al cambio climático, a debate estos días en Glasgow, se esperaba que las grandes potencias del G20 -las mayores economías pero también los mayores emisores emisores del mundo-, hubieran proporcionado el impulso que necesitan tan desesperadamente las conversaciones sobre el clima de la COP26. En cambio, han respondido con promesas vagas.
“Confirmar el objetivo de 1,5°C del Acuerdo de París era un requisito mínimo. Este requisito no tiene sentido sin una promesa de revisar sus deslucidos planes climáticos nacionales para estar en línea con este objetivo», señala Cortada. «El planeta está en llamas y se nos acaba el tiempo. Ahora es fundamental que la COP26 se ponga de acuerdo para poner a todos los países a trabajar para ampliar sus planes climáticos de inmediato, y no dentro de cinco años.”
Los países más pobres seguirán careciendo de los recursos que necesitan para proteger vidas, hogares y negocios de los desastres climáticos. Fue una oportunidad perdida de revitalizar el objetivo de financiación climática de 100 mil millones de dólares que debería haberse cumplido el año pasado.
Sin embargo, se puede destacar como positiva la promesa de dejar de financiar nuevas centrales eléctricas de carbón en el extranjero a finales de este año. Sin embargo, es decepcionante que no haya habido un anuncio similar sobre la energía del carbón nacional y sobre la eliminación gradual de otros combustibles fósiles con las naciones ricas a la cabeza. Esto significa que las centrales eléctricas de carbón, perjudiciales para el clima, se podrán construir durante otros diez años, lo que es incompatible con el objetivo de limitar el calentamiento a 1,5°C.
Crisis COVID-19
Los líderes del G20 también han tenido la oportunidad de promover una recuperación económica más equitativa y se tenía la esperanza de que se tomaran medidas más drásticas para aliviar aliviar la deuda. El aumento de ésta en los países empobrecidos supone una amenaza considerable para la lucha contra el COVID-19, ya que representa un coste de oportunidad claro para los recursos que deberían destinarse a la salud pública y la recuperación económica. Sin embargo, estas esperanzas se han visto frustradas.
“No hay ninguna razón convincente para que los países ricos y las empresas continúen extrayendo recursos de los países y las personas más pobres del mundo durante una catástrofe global sin precedentes”, recuerda Franc Cortada.
“Es cada vez más urgente establecer un marco internacional, autónomo, para supervisar las paralizaciones temporales y gestionar la reestructuración de la deuda, asegurando así que los países pobres no usen sus limitados recursos para pagar deudas en lugar de ayudar a sus ciudadanos a hacer frente a la pandemia.”
Oxfam Intermón valora positivamente la asignación general de DEG que el G20 acordó a principios de este año para abordar las enormes necesidades de liquidez asociadas con la pandemia y la recuperación posterior a la crisis, y es bueno ver que el G20 tiene la ambición de canalizar 100 mil millones de dólares estadounidenses en DEG a más economías vulnerables; esto debería ser un mínimo indispensable, dado el enorme abismo entre lo que recibieron los países ricos y los países de ingresos más bajos. Esto debe ponerse ahora en práctica a través de los compromisos de cada país, compromisos que aún no existen y, lo que es más importante, esta financiación debe entregarse en condiciones válidas para los países y sus personas.
“No se nos puede olvidar que los países ricos recibieron 400 mil millones de dólares estadounidenses en DEG este año, por lo que esperamos que se comprometan, e incluso superen los100 mil millones de dólares estadounidenses a través de DEG. Hoy, las promesas solo ascienden a 45 mil millones de dólares, menos de la mitad del compromiso global”, apunta Cortada. «. No queremos ver una financiación que bloquee a los países con elevados pagos de deuda o en condiciones de riesgo que podrían generar incluso más desigualdades. Además, la canalización de DEG no puede sustituir en absoluto a los compromisos existentes de ayuda y financiación climática.»
Fiscalidad justa
Los líderes del G20 también refrendaron el acuerdo fiscal global de la OCDE/G20 que, según Oxfam Intermón, dista mucho de ser histórico y muestra un nivel demasiado moderado de ambición y es poco justo. Si bien el acuerdo demuestra que podría haber sido posible y realista gravar a las grandes corporaciones por sus beneficios globales, la redistribución de ganancias prevista es extremadamente limitada y menos de 100 megacorporaciones estarán en el ámbito de aplicación. Podría generar solo 10 millones de euros de media en ingresos adicionales para 52 de los países más pobres y viene con la condicionalidad de eliminar todos los impuestos sobre los servicios digitales existentes. La tasa impositiva mínima fijada en el 15% con generosas excepciones es una broma: en lugar de frenar la competencia fiscal dañina, normaliza las jurisdicciones de baja tributación y los riesgos de transformar la actual carrera a la baja en la carrera hacia el nuevo mínimo.
“En la Cumbre del G20 celebrada en Roma, los líderes del G20 podrían haber tomado medidas urgentes para aumentar drásticamente la fabricación y el acceso a las vacunas COVID-19 en todo el mundo, promover una recuperación económica justa, reducir las peligrosas emisiones de gases de efecto invernadero y ayudar a los países más pobres a adaptarse al cambio climático que ya se está produciendo”, finaliza Cortada. «La conclusión nos pesa, ya que sentimos que se ha perdido una gran oportunidad ya que esta Cumbre no ha logrado hacer mucho por las personas, el planeta o la prosperidad.»