La Fundación Fontilles se ha movilizado para luchar contra la crisis humanitaria que la pandemia de COVID-19 está causando en India, país que registra alrededor de 350.000 contagios diarios y en el que las restricciones impiden el trabajo y el acceso a alimentos de la población más empobrecida. La entidad, que está presente en diversas zonas del país asiático a través de diferentes programas de prevención y tratamiento de la lepra y otras enfermedades olvidadas, está suministrando apoyo a sus socios locales para distribuir mascarillas, paquetes de ayuda alimentaria y comida cocinada en los suburbios de Bangalore, capital del estado de Karnataka, uno de los más afectados por la pandemia.
Un débil sistema nacional de salud
Vijay Krishnan, representante de Fontilles en India, alerta de que la incidencia real de la COVID-19 puede ser “mucho mayor de la que se informa” tanto en contagios como en fallecimientos, como consecuencia de la realización de “pruebas insuficientes” y de la debilidad del sistema nacional de salud. En este sentido, solo el estado sureño de Kerala ha producido suficiente oxígeno para atender a su población hospitalizada por coronavirus, que está exportando como ayuda de emergencia a los estados limítrofes de Karnataka, Tamil Nadu y Goa, también en el sur del país; en otras zonas “muchos pacientes con COVD-19 mueren sin oxígeno”.
“Las personas que viven en asentamientos urbanos superpoblados o barrios marginales corren un alto riesgo de infectarse; y si se contagian, como los hospitales están abarrotados les resulta difícil ser admitidos o recibir atención médica”.
Además, según alerta Krishnan, las restricciones están impidiendo trabajar a cientos de miles de personas desplazadas desde zonas rurales a los suburbios de las grandes ciudades. “Aunque el coronavirus infecta a todos los sectores de la sociedad por igual, en el contexto indio, las personas que no tienen ahorros son las más afectadas”, explica el representante local de Fontilles, quien atribuye la situación a que la mayoría de la población empobrecida trabaja en la economía sumergida o informal, lo que le impide tanto acceder a subsidios como generar recursos económicos para comprar alimentos.
Bangalore, zona especialmente delicada
“No gozan de seguridad social y hoy en día, con el cierre declarado en la mayor parte del país, están perdiendo puestos de trabajo y no tienen otra fuente de ingresos. Sus familias están enfrentándose al hambre. Las personas en escalones superiores tienen medios para restablecer sus estilos de vida en una situación de confinamiento; pero para los sectores más pobres, la comida se convierte en una preocupación primordial por encima de su propia salud”, afirma Krishnan. Todo ello ha ocasionado que “un gran número de personas se haya visto empujado al pánico, la pobreza y la miseria tras el cierre y otras restricciones”.
La situación es especialmente grave en la ciudad de Bangalore, donde 400.000 personas procedentes de zonas rurales de otros estados viven hacinadas en 56 asentamientos habilitados alrededor de otros tantos suburbios, sin acceso a trabajo ni alimentos.
“La mayoría de los trabajadores migrantes en las grandes ciudades han estado entre aquellos que se quedaron sin trabajo, hambrientos y luchando para llegar a fin de mes. Además, en la mayoría de los casos, estos trabajadores son los únicos proveedores económicos de sus familias y, dado el bloqueo actual, no pueden ni regresar a sus aldeas ni continuar proporcionando sustento a distancia”, “Los esquemas oficiales de apoyo alimentario no llegan a los trabajadores migrantes, cuyos derechos estatales no operan fuera de sus estados de origen, dejándolos privados de sus derechos como inmigrantes interestatales” explica Eduardo de Miguel, coordinador de proyectos internacionales de Fontilles, quien alerta de que el cierre total de los asentamientos les impide acceder al apoyo de agencias gubernamentales.
La fundación Fontilles: Acción en la India
Por todo ello, Fontilles ha puesto en marcha un proyecto junto con la organización local Shanta Jeeva Jyothi (SJJ), con la que trabaja desde 2012, orientado a la distribución de paquetes de ayuda alimentaria a las personas migrantes desempleadas y a sus familias, la distribución de alimentos cocinados a través de cocinas comunitarias para trabajadores en cuarentena, la distribución de desinfectantes y mascarillas, y la mejora del acceso al agua potable y el uso de pastillas potabilizadoras.