Fuente: Farmamundi
21 de mayo de 2020.- Desde que el 12 de marzo la Organización Mundial de Salud declarara la pandemia y llamara a todos los países a prepararse para responder, el impacto del COVID-19 está siendo desigual a nivel mundial. Por ello, Farmamundi y la Generalitat Valenciana han activado su convenio de emergencias para prevenir el contagio del coronavirus en los países más empobrecidos y dotar de asistencia sanitaria a la población en riesgo de vulnerabilidad. Las acciones ayudarán a más de 48.000 personas de Mozambique, Irak, Palestina, República Democrática del Congo, Kenia y Uganda, países cuyos sistemas sanitarios son extremadamente frágiles.
A día de hoy, la pandemia deja en el mundo 4,9 millones de personas infectadas y el número de personas fallecidas supera las 326.000. Los países se encuentran en diferentes escenarios de riesgo de transmisión, y requieren una respuesta adaptada a cada contexto. A través del convenio de emergencias firmado con la Generalitat Valenciana, la ONG sanitaria Farmamundi está dotando de kits de higiene y protección ante el COVID-19, aprovisionando de medicamentos los centros sanitarios, repartiendo semillas a la población, y llevando a cabo acciones de sensibilización para el cuidado personal y cumplimiento de las medidas de prevención e higiene. Aunque África sigue siendo una de las regiones con menos casos, existe el temor bien fundado de que ello responda a la escasez en pruebas analíticas que confirmen su diagnóstico. Lo mismo ocurre con Oriente Medio.
No hay cómo lavarse las manos
Debido a la situación económica, el hacinamiento y la mala atención sanitaria, el riesgo médico y económico de la propagación de COVID-19 en algunos países como Mozambique o los campos de refugiados y desplazados de Gaza e Irak es enorme. Una muestra: la gran mayoría de la gente no tiene suficiente jabón y agua para lavarse las manos con frecuencia.
«El problema es que mucha gente en estos países es tan pobre que vive día a día, ganando lo justo cada jornada para poder comprar alimentos. El hambre es, en algunos sitios, una amenaza más presente que el propio COVID-19», explica la responsable de Acción Humanitaria de Farmamundi, Tania Montesinos. En este sentido, la intervención de Farmamundi y la Cooperación Valenciana en Mozambique, por ejemplo, apoya también a las familias con el reparto de kits de semillas, ya que la amenaza del hambre es inminente. Además, actualmente se están distribuyendo 534 kits higiénicos, dispuestos con un cubo de agua, jabón, detergente, solución de cloro y máscaras protectoras para uso individual, a fin de prevenir el contagio.
Por su parte, en Gaza solo uno de cada diez hogares tiene acceso a agua potable. Eso significa que gran parte de la población palestina no puede cumplir uno de los requisitos básicos para hacer frente a la epidemia: lavarse las manos con agua limpia. «Estamos repartiendo 200 kits de prevención y protección a la población desplazada o residente en las zonas bloqueadas por el conflicto armado», informa Montesinos.
Readaptar los proyectos ante la nueva crisis sanitaria
Algunas de las intervenciones de emergencias que ya estaban en funcionamiento desde principios de año han tenido que readaptarse ante las nuevas necesidades sanitarias provocadas por la pandemia. Es el caso de Uganda, Kenia, República Democrática del Congo o Irak. Precisamente, en este último país se está aprovisionando de stock de medicamentos esenciales, consumibles sanitarios y de protección frente al COVID-19 a los sistemas de salud primaria de los campos de Sharya, Kabartu 2, Bersivy 1, en los territorios kurdos iraquíes. También se está dando formación al personal sanitario y gerentes de dispensarios en gestión, prescripción y uso racional de medicamentos.
En Uganda, la ya insuficiente capacidad de respuesta y cobertura sanitaria de los servicios sanitarios en los asentamientos informales de Kyaka II, en el Distrito de Kyegegwa al oeste del país, hace peligrar la salud de la población. El proyecto con la Generalitat Valenciana está adaptando la atención sanitaria al perfil epidemiológico de la población, con énfasis en la salud materna, sexual y reproductiva, atendiendo actualmente las necesidades más inmediatas. «La malaria, las infecciones respiratorias y diarreicas son las enfermedades que con mayor prevalencia afectan a la población infantil refugiada, a las que ahora se suma la amenaza del nuevo coronavirus. Estamos distribuyendo 1.200 mosquiteras, kits de higiene y salud menstrual a mujeres con dificultades para su acceso», continúa Montesinos.
Por su parte, en Kenia, se está reforzando la atención socio sanitaria ante la crisis por el aumento de la población refugiada en el subcondado de Kasarani, en Nairobi. Las acciones se centran en el «aprovisionamiento con medicamentos esenciales y específicos del dispensario del centro de salud de Kasarani». También se distribuyen complementos nutricionales a mujeres embarazadas, lactantes y a población infantil menor de 5 años, así como artículos de primera necesidad para higiene, habitabilidad y protección.
Por último, en República Democrática del Congo, país en el que trabajan de la mano ambas entidades desde hace años, se sigue actuando para garantizar el acceso a los servicios gratuitos de atención primaria en salud y salud sexual y reproductiva entre la población desplazada interna, afectada por el aumento de la actividad armada en un contexto de crisis de ébola, epidemia de rubeola y ahora ante la pandemia de este nuevo coronavirus.