Emergencia educativa: el futuro de un país en riesgo

¡Qué importante es invertir en educación! La infancia es el futuro, y en Haití no es una excepción. Lo demuestran las familias destinando una gran parte de los pocos ingresos que tienen para que sus hijos e hijas vayan a la escuela.

Desde CESAL, gracias a un convenio financiado por la Agencia Española de Cooperación Internacional para el Desarrollo y por el Gobierno de Navarra, se está reforzando el acceso a una educación básica de calidad en el Distrito Escolar de Thiotte, al sudeste de Haití, haciendo frontera con República Dominicana.

De la mano de la Asociación Navarra Nuevo Futuro, tratamos de abordar todos los aspectos que hacen que una escuela funcione adecuadamente: desde el fortalecimiento de las instituciones públicas para que ejerzan su rol, la sensibilización para que se involucren en la educación todos los actores (dirección, personal docente y no docente, familias e incluso la comunidad), la mejora de la formación pedagógica de profesores y profesoras, y la construcción o rehabilitación de infraestructuras y servicios básicos. Esto último es lo que más se ve, lo que más les gusta a los niños y niñas y les motiva para ir a la escuela. Al fin y al cabo, un niño es un niño sea donde sea ¿o nuestros hijos e hijas irían contentos a la escuela si saben que, al llegar, no van a tener agua para beber, un baño al que ir o, a veces, ni un techo bajo el que aprender?

EMERGENCIA EDUCATIVA: EL FUTURO DE UN PAÍS EN RIESGO

Hasta la fecha hemos realizado la rehabilitación de 4 escuelas y formado a más de 200 profesores y profesoras de 27 escuelas de las comunas de Thiotte, Grand Gosier y Anse-à-Pitres, equipado las escuelas con material y equipamiento y comenzado con el seguimiento pedagógico, con el objetivo de mejorar la calidad educativa en estos centros.

El curso escolar en Haití tenía previsto empezar el pasado 9 de septiembre, igual que en muchos colegios de España. Sin embargo, hoy es 2 de octubre, miércoles por la mañana, y no se ven en las calles de Puerto Príncipe el habitual paseo de niños y niñas elegantemente uniformados dirigiéndose a sus escuelas. En su lugar hay barricadas, neumáticos ardiendo, comercios cerrados y ruido de protestas y disparos al aire. La gente en Haití se ha cansado. Se ha cansado de la corrupción, de la devaluación de su moneda, de la subida de precios continua del combustible… Se ha cansado de no tener a nadie dispuesto a cambiar las cosas.

Nadie juzga sus motivos para protestar. Cualquiera de nosotros, que vivimos al otro lado del océano, nos levantaríamos si no tuviéramos que dar de comer a nuestros hijos mientras unos pocos se enriquecen a nuestra costa. O quizá no. Es difícil ponerse en una situación que nos queda tan lejana. Pero el caso es que, como siempre, los más afectados son los más vulnerables: los niños.

El drama que vive Haití no solo tiene que ver con la actual situación de miedo y violencia. Se está poniendo en riesgo el futuro de un país. Haití necesita una nueva generación que asuma con esperanza e impulso su reconstrucción. Y para eso, la educación es un factor ineludible.

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