- La primera razón es esencial. Ayudar a los demás. Esto te convertirá en una persona más generosa y conectada con tu entorno. El voluntariado estimula el sentido crítico, y te transforma en un/una ciudadano/a con mayor compromiso con el desarrollo social.
- Aprendes empatía. Sí, la empatía también puede desarrollarse. Eso de colocarse en los zapatos del otro ayuda a comprender la complejidad del mundo en el que vivimos, y a practicar la solidaridad desde la responsabilidad.
- Reforzará tu autoestima. No solo porque te sientas bien actuando de forma altruista, sino porque las personas a las que ayudes muy posiblemente reconozcan tu esfuerzo. Y además tu aparente pequeña acción puede generar otras, y favorecer la reciprocidad. Y bueno, el océano está conformado a base de gotas, ¿no?
- Aprendes muchas competencias que pueden ayudarte en tu ámbito profesional. Cada vez más empresas tienen en cuenta que las personas realicen un voluntariado en los procesos de selección.
- Aumentas el número de personas con las que te relacionas. Amplías así tu red de contactos que seguro te beneficiará a nivel persona porque encontrarás personas con intereses comunes. Y también introduces en tu vida una importante dosis de diversidad, algo que hace que tu mundo se haga más grande.
- Y por último, y no menos importante, con tu voluntariado mejoras el mundo en el que vives. Otro mundo es posible, y cuando eres voluntario/a eres más consciente de que no se trata de una utopía.