Assemblea de Cooperació per la Pau ha organizado esta tarde, junto a la Universitat de València, un encuentro virtual entre tres mujeres activistas que luchan por los derechos humanos en conflictos destacados de América Latina como son los procesos de Colombia, Guatemala y El Salvador.
En todos ellos, las mujeres permanecen en la línea de fuego de los conflictos armados, también las defensoras de los derechos humanos que ven amenazadas sus vidas por su implicación para lograr «la necesaria participación de las mujeres en lo político y en lo público», como afirma Nora Saldarriaga, subdirectora de la Fundación Forjando Futuros de Colombia, que vive amenazada por su implicación continua en la denuncia de la vulneración de derechos a la que son sometidas las personas reclamantes de tierras en Colombia.
En este país, las mujeres son el 51% de la población y, sin embargo, de las tierras legalizadas tras el conflicto armado, solo una cuarta parte está en manos de ellas, quienes en muchos casos incluso desconocen qué tierras les pertenecen o qué extensión tienen. «El 60% de la propiedad está sin legalizar, lo que facilita el narcotráfico, la explotación minera de forma indebida y otros tipos de corrupción», explica la activista colombiana.
El feminicidio, crimen internacional
Adilia de las Mercedes, de la Asociación de Mujeres de Guatemala, denuncia a nivel internacional las graves violaciones de los derechos humanos que sufren de manera particular las mujeres, y apunta que, de todo el mundo, solo en la legislación colombiana el feminicidio está tipificado como crimen internacional. «Esta ley de feminicidio es ejemplar y viene a reparar un vacío legal que responde a la problemática histórica de que los hombres matan a las mujeres», puntualiza.
Para hablar de la construcción de la paz es «inevitable hablar de la guerra y del espacio con ausencia de guerra», explica Adilia, «porque para las mujeres no ha habido tiempos de paz». «La paz es firmada por hombres y entre hombres, dejando de lado a las mujeres, y las violencias contra las mujeres, que se consideran algo menor, se perdonan entre hombres», denuncia.
Verdad, justicia y reparación
Sin embargo, la justicia transicional, que es la “justicia imperfecta” –en palabras de Pablo de Greiff, relator de Naciones Unidas– para transicionar de la dictadura a la democracia o de la guerra a la paz, se basa en tres principios: la verdad, la justicia y la reparación. Y para ello es imprescindible «hablar de memoria, y de hechos que han ocurrido en otros lugares del mundo», insiste la activista guatemalteca: «El paso previo siempre es recordar».
Morena Herrera, de La Colectiva de El Salvador, es una mujer guerrillera que participó de forma activa en el conflicto armado salvadoreño durante una década y que actualmente sigue activa en las luchas que implican la defensa de los derechos humanos, como la despenalización del aborto en su país.
La activista salvadoreña recuerda y comparte su participación en el proceso de paz de El Salvador –donde tuvieron 12 años de guerra, desde 1979 a 1992– y quiere hablar «de la participación de las mujeres en estos 29 años, tras la firma de los acuerdos de paz. El movimiento feminista había sido parte activa desde el inicio pero quedó fuera de lo sellado como pacto masculino».
Feminismo y cooperación
Morena Herrera afirma también: «Quedarme solo en los procesos de paz y en los dolores que supuso esa experiencia hubiera sido muy traumático. Reconozco el trauma pero mi encuentro con el feminismo me permitió tener una mirada crítica y poder escapar de la amargura». Y añade: «Este no ha sido un proceso individual, ha sido un proceso colectivo». En 1994, cuando se celebraron las primeras elecciones tras la guerra, «reunimos el programa más amplio del movimiento de mujeres, también de la derecha», cuenta Morena Herrera, porque «solo será posible la paz si se incluye la verdad de las mujeres en la verdad social».
También tiene una mirada crítica Adilia de las Mercedes, quien afirma que «los avances de las mujeres en un lugar del mundo pueden suponer el avance de todas las mujeres», pero señala la necesidad de «revisar el interior de los movimientos feministas y de la cooperación, desde la perspectiva occidental, porque desarrollan de nuevo un tipo de extractivismo colonialista, aunque sea con buena intención».
Sin duda, «el patriarcado, el capitalismo y el colonialismo afectan también al trabajo que hacemos las mujeres en nuestros territorios», apunta Nora Saldarriaga, «pero esas estructuras tendrán que transformarse y la participación de las mujeres tendrá que ser cada vez mayor». La lucha no es reciente, reflexiona Adilia de las Mercedes, sino que «las mujeres negras llevan años trabajando arduamente, y dejándose la vida en el camino, por la restitución de sus libertades y derechos, y las mujeres indígenas también».
Este ciclo de encuentros virtuales organizados por ACPP forma parte del programa “La defensa de los Derechos Humanos en el marco de paz de Colombia”, puesto en marcha en 2018, cuyo objetivo es sensibilizar a la sociedad valenciana sobre la importancia del papel que tienen las personas defensoras de DDHH y sus organizaciones en los procesos de construcción de paz.
El análisis de estas dos realidades, España y Colombia, –con un objetivo común para quienes defienden los derechos humanos: construir una democracia con memoria a través de procesos de paz basados en la verdad, la justicia y la reparación– será el miércoles 20 de enero, a las 17 horas (hora española). Es necesaria inscripción, desde aquí .