CASI 11 MILLONES DE PERSONAS TENDRÁN HAMBRE EN SAHEL EN UN AÑO

En un año con una pluviometría «relativamente buena» casi cuatro millones de personas, especialmente niños y niñas menores de cinco años, tendrán dificultades para alimentarse durante la estación del hambre entre junio y septiembre, durante la tradicional estación del hambre o soudure [periodo que se produce anualmente entre el fin de las reservas de la cosecha del año anterior y la siguiente cosecha]. «Son un 10 por ciento menos que en 2018 pero sigue siendo inaceptable que niños y niñas mueran de hambre por un fenómeno perfectamente previsible y anticipado, ya que desde octubre de 2018 alertamos a la comunidad internacional con los datos pluviométricos y los mapas satelitales de biomasa que, a través de nuestro sistema de alerta temprana, señalan perfectamente dónde y cuándo faltarán los alimentos o se dispararán los precios», explica la responsable geográfica de Acción contra el Hambre para Malí y Níger, Lucía Prieto. «La peor parte la encontraremos este año en el norte de Senegal y el sur de Mauritania, donde los pastores no habían podido recuperarse aún de la sequía de 2018, el nivel de pastos es crítico y la población pastoral ha iniciado una trashumancia precoz que podría suponer una enorme presión sobre otras zonas», apunta Álvaro Pascual, que coordina los programas de acción contra el Hambre en Mauritania y Senegal.


Sahel necesita otro tipo de ayuda…
«La comunidad internacional necesita cambiar radicalmente su enfoque para afrontar esta crisis evitable y previsible. Por un lado, hay que reaccionar antes y no solo con soluciones de urgencia cuando los niños y niñas llegan ya exhaustos a los centros de recuperación nutricional. Por otra parte, hay que tender puentes entre los actores humanitarios centrados en la respuesta nutricional de emergencia y los de desarrollo, estableciendo un vínculo entre los programas de nutrición de emergencia y desarrollo que permita salvar vidas pero también generar resiliencia a través de la prevención y la recuperación temprana, más allá del tratamiento puro y duro», explica Menna Abraha responsable de incidencia para la zona en Acción contra el Hambre.


…y a tiempo
Es crucial reaccionar antes para que la estación del hambre no degenere en crisis alimentaria: «el año pasado los fondos llegaron demasiado tarde, una buena parte, en otoño, después de esta estación tan crítica», explica Abraha. Aun así, con la financiación destinada, los países del Sahel apenas pudieron cubrir la mitad de las necesidades humanitarias detectadas.


Violencia en la región
Al flagelo del cambio climático y la sequía que ha golpeado la zona en 2005, 2008, 2012 y 2018, sin apenas tiempo para reponerse entre una crisis y otra se suma este año la inestabilidad en la zona, donde a la violencia de los grupos armados se unen los conflictos intercomunitarios por la presión sobre recursos naturales, como pastos y agua, cada vez más escasos. «No se trata solo de Boko Haram en el lago Chad: en Malí, los pastores están viendo impedida su trashumancia por la inseguridad creciente en el norte y centro del país y en la frontera entre Mauritania y Senegal la tensión por los pastos, o entre comunidades agrícolas y pastorales es creciente», explica Prieto. «La presencia de los grupos armados, pero también las restricciones medidas de seguridad impuestas por las Fuerzas Armadas dificultan cada vez más el acceso de las organizaciones humanitarias a las poblaciones en zonas de conflicto, al tiempo que las fuerzas militares internacionales instrumentalizan la ayuda humanitaria, prestando ayuda a las comunidades, con el fin de acercarse y mejorar su imagen ante ellas. Esto propicia una peligrosa confusión entre los fines militares y los fines humanitarios de la ayuda, poniendo en riesgo nuestros equipos en el terreno y nuestra capacidad de llegar a las personas en necesidad», concluye Abraha..


Acción contra el Hambre está trabajando con gobiernos en la región y donantes internacionales para poner en marcha medidas de contingencia que mitiguen la llegada de la estación del hambre al tiempo que tratan de influir en actores como la Unión Europea para una mayor y mejor ayuda nutricional a los más vulnerable y para tratar de minimizar el coste humanitario de la violencia en la zona.

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