14.000 familias de los campos saharauis intentan reconstruir sus casas e infraestructuras tras las inundaciones de 2015

1.000 personas refugiadas en los wilayas de Dajla y Auserd recibieron atención socio-sanitaria en noviembre de la Xunta de Galicia y el Fondo de Emergencias de Farmamundi

Fuente: Farmamundi

Más de 14.000 familias de los campos de refugiados saharauis todavía a día de hoy tratan de recuperar una cierta normalidad tras las lluvias torrenciales que el pasado octubre anegaron la zona. Decenas de escuelas, dispensarios de medicamentos, hospitales y ayuntamientos fueron destruidos por la fuerza del agua. Farmamundi quiere evitar el olvido de las más de 60.000 personas que todavía sufren las consecuencias de la catástrofe, pese a haber recibido alimentos y artículos de primera necesidad durante los meses posteriores a las inundaciones, a través del Fondo de Emergencias de la ONG y de la Xunta de Galicia.

“Hemos tenido problemas con la destrucción de muchas escuelas y dispensarios. En Dajla (el campamento-wilaya más afectado) se han repartido tiendas con las que al menos los niños pueden asistir provisionalmente a la escuela”, informa el Subdirector de Cooperación de la Media Luna Roja Saharaui (MLRS), Abdelhay Mohamed, en una entrevista con el delegado de Farmamundi en Córdoba, Pablo Blanco, desplazado a la zona.

Las fuertes precipitaciones de octubre de 2015 causaron daños materiales en tiendas y casas particulares, además de en edificios, servicios sociales e instituciones educativas de los campos de refugiados saharauis. Según informó la Agencia de las Naciones Unidas para los Refugiados (ACNUR), más de 90.000 personas se vieron afectadas, 25.000 de las cuales perdieron sus hogares. Una de ellas fue Aisha Brahim, del campamento de Dajla. “Al principio todo el mundo estaba contento porque hacía años que no recibían agua aquí. Pero al pasar ya tres días y ver que no paraba, la gente lo pasó mal…”, recuerda la joven. Ella, como muchos otros refugiados, tuvo que “salir corriendo” de su casa “arriba de la montaña”. Actualmente sobrevive con su familia en una tienda de campaña mientras la población intenta reconstruir sus casas e infraestructuras a pesar de las escasas ayudas que reciben.

Identificar las necesidades
En este sentido, Farmamundi ha viajado hasta los campamentos saharauis afectados para conocer de cerca las necesidades de los refugiados. Hay que recordar que la ONG, a través de la Media Luna Roja Saharaui (MLRS), distribuyó durante los meses de noviembre y diciembre varios paquetes nutricionales y artículos de primera necesidad a más de 1.000 personas, priorizando a aquellas familias con mujeres lactantes y/o embarazadas y niñas y niños menores de 5 años. La actuación estuvo alineada con la estrategia de los entes locales e internacionales presentes en el área (ACNUR, PAM, UNICEF, CRA (Argelia), OXFAM, CISP y la propia MLRS- Delegación Saharaui para España).

“Si bien esta intervención mejoró la situación de la población, todavía a día de hoy queda mucho por hacer”, explica Pablo Blanco, que ha mantenido reunión con el director y subdirector de MLRS y visitado el laboratorio de producción de medicamentos en el área del Hospital General de Rabuni, donde ha constatado “las importantes dificultades para la producción de fármacos, fundamentalmente por la escasez de materias primas”.

“No teníamos nada y lo hemos perdido todo”, dice Aisha. Por ello, una de las reivindicaciones prioritarias es la “búsqueda de soluciones en la reconstrucción de las viviendas que están destruidas”, añade Abdelhay.

Dependientes de la ayuda internacional
Casas, lugares de trabajo, tiendas, guarderías, escuelas, hospitales… En los últimos 25 años los campamentos de refugiados han levantado con gran esfuerzo servicios con los que poder normalizar su ya complicada realidad. Este ha sido posible gracias a la ayuda en gran medida de la Oficina Humanitaria de la Comunidad Europea (ECHO), el gobierno argelino, el Programa Mundial de Alimentos y el ACNUR, así como de diversas organizaciones no gubernamentales europeas y de fuentes bilaterales.

Ahora, todas esas instalaciones están en su mayoría arrasadas por el agua, agravando la difícil situación socio-sanitaria que atraviesa la población, debido a que en los últimos años los niveles de nutrición, higiene y atención médica se han ido deteriorando progresivamente.

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