En pie frente a la salida de Trump del acuerdo climático

Trump ha decido que Estados Unidos de América abandone el Acuerdo de París contra el Cambio Climático. Otra decisión que se suma a la enorme lista de que están poniendo en riesgo la paz en el planeta, la lucha contra las desigualdades, el respeto por los derechos humanos y el cuidado del planeta.

Fuente: Coordinadora de ONGDs


Trump ha vuelto a liarla. Su decisión de salir del Acuerdo de París contra el Cambio Climático se suma a la enorme lista de decisiones políticas que están poniendo en riesgo la paz en el planeta, la lucha contra las desigualdades, el respeto por los derechos humanos y el cuidado del planeta.

Las reacciones ciudadanas (y de múltiples Estados) no se han dejado esperar. La oposición es unánime. La Organización de Mujeres por el Medio Ambiente y el Desarrollo de Estados Unidos ha declarado que “La decisión de la administración estadounidense de salir del Acuerdo de París es corta de miras, irresponsable, destructiva e inmoral”.

El paso que ha dado Trump sigue la lógica contumaz del camino iniciado desde su llegada a la Casa Blanca. En sus primeras semanas como presidente nombró secretario de Estado a Rex Tillerson, presidente de la mayor petrolera del mundo; situó a la cabeza de la Agencia de Protección Ambiental a Scott Pruitt, quien había trabajado durante años para dinamitarla; borró las referencias al cambio climático en las webs oficiales y expulsó a quienes habían participado en las negociaciones de Paris.

En su afán por desmantelar las estructuras de lucha contra el cambio climático acabó con el Plan de Energías Limpias, clave para que Estados Unidas cumpliera con el acuerdo de Paris. Retiró la regulación de contaminación de los coches, activó la construcción el oleoducto Keystone XL – una irracionalidad que había sido parada por la presión del movimiento climático – y se negó a pagar el Fondo Verde del Clima – fondo para ayudar a los países pobres en la lucha contra el cambio climático –. En esta carrera sin frenos, no debe de haber tenido tiempo para leer la encíclica que le entregó el Papa hace unas semanas. Salir del acuerdo de Paris era un paso más en el camino hacia la caverna.

Olvida Trump que miles de personas están en pie defendiendo la casa común que habitamos. Debería recordar la espectacular imagen de 400.000 personas que salieron a la calle en Nueva York, en septiembre de 2015, en la mayor marcha por la justicia climática de la historia. Miles de colectivos sociales de todo el mundo, personas, organizaciones… lo tienen muy claro: la exigencia democrática de nuestro tiempo pasa necesariamente por la justicia social y el cuidado de la Tierra. “Cambien el sistema y no el clima“, decían las pancartas en París.

Paris fue un hito histórico que marcó el final de la era fósil. Pero no fue el cambio urgente que necesitan los 108 millones de personas en una situación de inseguridad alimentaria severa o los 65 millones de personas que huyen de conflictos, donde los efectos del cambio climático y la disputa por los recursos fósiles son una pieza clave. O para la inmensa mayoría que sufre las consecuencias de un problema que no generaron. Oxfam denuncia que la mitad de las emisiones del mundo las produce el 10% más rico y que la huella de carbono media del 1% más rico de la población mundial podría multiplicar por 175 a la del 10% más pobre. Los datos son demoledores; sus consecuencias, también.

Los compromisos del Acuerdo de Paris nos lleva a un mundo de 3 grados y por ello la comunidad internacional estableció una necesaria revisión de los compromisos para 2018. Eso es lo que debería ocurrir en la cumbre del clima de Polonia del próximo año.

Trump no va solo en esta carrera contra el planeta; otros Estados lo acompañan. Las emisiones de CO2 han aumentado un 14% en España desde 1990, mientras que en Europa han descendido un 19%. Actualmente, se está negociando una ley de cambio climático y transición energética en nuestro país. Recientemente Alianza por el Clima recordaba alertaba de los riesgos de un proceso poco participativo en una ley fundamental en un país donde el 80% del territorio puede convertirse en un desierto al final del siglo.

Trump ha querido tirar de la cuerda para renegociar otro acuerdo. Lo que ha conseguido es despertar la conciencia global y ponernos en frente. Tanto humo apesta.

Más información en: ¿Cómo de malo es que Trump abandone el Acuerdo del Clima de París? por Greenpeace.

Scroll al inicio