Fuente: Coordinadora ONGD España
Hace mucho tiempo que sabemos que las crisis humanitarias no se resuelven en un día ni en una cumbre. Hace décadas que lo comprobamos por todo el mundo y así intentamos explicarlo. Por eso, la Cumbre de Naciones Unidas sobre migración y refugio –celebrada esta semana en Nueva York- era una buena oportunidad para dar un paso más en ese largo recorrido que es la explicación de las crisis que afectan a la humanidad.
La Cumbre y que Europa sea uno de los focos de llegada de las personas, abrió la esperanza de que, finalmente pudieran tomarse medidas que respondieran a la gravedad de la situación. Nos hemos topado, sin embargo, con un escenario en el que la voluntad política brilla por su ausencia. Nuestro sentimiento, al finalizar la Cumbre es que ha sido francamente decepcionante.
El planeta vive la mayor crisis de refugio desde la II Guerra Mundial, con más de 65 millones de personas expulsadas de sus hogares; hospitales, escuelas y convoyes humanitarios son bombardeados y la asistencia a la población no puede ser garantizada. Tal situación ha llevado a que, por primera vez en su historia, Naciones Unidas celebrara una cumbre sobre migración y refugio. La que podría haber sido una excelente oportunidad acabó siendo una enorme decepción.
El encuentro finalizó sin acuerdos vinculantes que den respuesta inmediata a la grave situación que enfrentan millones de personas en todo el mundo. Los líderes políticos se han limitado a repetir las buenas palabras olvidando establecer mecanismos que obliguen a cumplirlas.
Europa en su laberinto
Mientras tanto, unas 17 personas siguen perdiendo la vida cada día, casi 14 de ellas en el Mediterráneo que se ha convertido en la mayor fosa común del mundo. Europa, sin embargo, tira balones fuera y no garantiza los derechos humanos. Continúan las expulsiones en caliente y la construcción de vallas. Ayer mismo, Reino Unido comenzaba la edificación de un muro en Calais. Decenas de miles de personas se encuentran atrapadas en Grecia sin que se cumplan los compromisos de reasentamiento asumidos por los Estados europeos. La falta de protección y vías seguras está agravando las condiciones en las que las personas se ven obligadas a realizar el viaje. La situación de mujeres y menores no acompañados es especialmente preocupante.
España: que a las palabras le sigan los hechos
El rey, Felipe VI, en su intervención en la Cumbre, mostró el compromiso de España con la crisis de desplazamiento. «Debemos garantizar el respeto de los derechos humanos de todos y examinar las solicitudes de asilo de acuerdo con las normas y garantías del Derecho Internacional», afirmó. Confiamos en que las palabras no se las lleve el viento y vengan acompañadas de medidas concretas que las lleven a la práctica. Y eso pasa, necesariamente, por garantizar la acogida de personas refugiadas, el reasentamiento de quienes están atrapados en otros países y el respeto de los derechos humanos en frontera. Pasa también por garantizar el apoyo en los países de origen y la asistencia humanitaria. En este sentido, es urgente que España recupere los niveles presupuestarios de ayuda humanitaria –que se encuentran en el 4% de la Ayuda Oficial al Desarrollo- para alcanzar el compromiso establecido en Plan Director del 10%.
Antes de esta enorme crisis humanitaria, durante y después, seguiremos defendiendo a las personas, los derechos humanos y el Derecho Internacional en muchos lugares del mundo. Que la Cumbre haya sido decepcionante no disminuye nuestro compromiso. Todo lo contrario, continuaremos realizando el trabajo que hacemos mamo a mano a mano con la población directamente afectada por las crisis humanitarias.