LOS EQUIPOS DE ACCIÓN CONTRA EL HAMBRE EN AMÉRICA LATINA ALERTAN DEL AUMENTO DEL NÚMERO DE PERSONAS QUE NO PUEDEN ALIMENTARSE ADECUADAMENTE POR LA PANDEMIA

Acción contra el Hambre alertó ayer en un encuentro informativo con sus equipos en Lima, Bogotá y Managua de que la caída económica pronosticada para este año repercutirá en la seguridad alimentaria de millones de personas de la región.

  • Acción contra el Hambre alertó ayer en un encuentro informativo con sus equipos en Lima, Bogotá y Managua de que la caída económica pronosticada para este año repercutirá en la seguridad alimentaria de millones de personas de la región.

  • Tras años de avances progresivos hacia la erradicación del hambre en la región, en 2019 la región ha registrado el mayor incremento global de prevalencia de la inseguridad alimentaria y las estimaciones indican que para 2030 habrá 67 millones de personas que sufrirán hambre, por el impacto de la pandemia y otras crisis que afectan la región (como la sequía en Centroamérica) elementos estructurales si no hacemos nada para evitarlo, según el último informe del Naciones Unidas.

  • Los equipos de Acción contra el Hambre en la región han redoblado esfuerzos para distribuir alimentos, productos de higiene y reforzar la vigilancia nutricional ante el aumento de la desnutrición aguda y crónica.

Lima-Bogotá-Managua-Madrid, 16 de julio de 2020

“Latinoamérica se enfrenta a una crisis de hambre sin precedentes como consecuencia de la pandemia”, ha explicado Benedetta Lettera, responsable geográfica de Latinoamérica en Acción contra el Hambre, en la rueda de prensa organizada en la tarde del miércoles por Acción contra el Hambre. “Nos encontramos en la tormenta perfecta, con una gran crisis sanitaria acompañada de una crisis socioeconómica, pero con una situación de base que ya era compleja antes de la pandemia”, indicaba Lettera.La contracción de la economía, la informalidad del mercado laboral y el aumento del desempleo podrían dejar a corto plazo en la región 29 millones de nuevos pobres, según las estimaciones de la Comisión Económica para América Latina y el Caribe (CEPAL).

En este línea, tras años de avances progresivos hacia la erradicación del hambre en la región, en 2019 la región ha registrado el mayor incremento global de prevalencia de la inseguridad alimentaria y las estimaciones muestran que para 2030 habrá 67 millones de personas que sufrirán hambre, por el impacto de la pandemia y otras crisis que afectan la región (como la sequía en Centroamérica) elementos estructurales si no hacemos nada para evitarlo, según el último informe del Naciones Unidas.

Vuelven las ollas comunitarias a Perú

“En Perú -5º país del mundo en número de casos confirmados- miles de familias pasan días sin comer, recorren kilómetros pidiendo alimentos y han vuelto a autogestionar las ollas comunes entre vecindarios, que no se organizaban desde los años 90 cuando el país padecía una grave crisis económica”, explicaba desde Lima América Arias, directora-país en Perú de Acción contra el Hambre.

Antes de la pandemia, el país andino tenía un 20% de la población en situación de pobreza que sobrevivía gracias a los empleos informales y, con el aislamiento y sin posibilidad de trabajar, estas personas, que ya eran vulnerables, se han encontrado en unas condiciones extremadamente complicadas. “Solo en Lima, un millón de personas, no solo de la clase popular sino también de la clase media, han sufrido inseguridad alimentaria. La caída de los ingresos ha cambiado la dieta de los hogares reemplazando alimentos más nutritivos y caros (lácteos, carnes, frutas y verduras, pescados y mariscos,) por otros más baratos y con mayor contenido de grasas saturadas, azúcar, sodio y calorías”, añadía Arias.

En las entregas de kits de higiene que ha realizado Acción contra el Hambre, las familias reconocen que llevan meses sin tener acceso a esos productos porque todos sus ingresos o ahorros se han destinado a comprar alimentos.

Trapos rojos para señalar el hambre en Colombia

En Colombia, la COVID-19 ha profundizado los problemas estructurales del país y ha agudizado las necesidades de los más vulnerables. “Hay una preocupación importante por la pobreza oculta, que afecta a las clases medias y que pronto podrían precipitarse a situación de pobreza, y por los sistemas de salud, que están bajo enorme presión para responder a la crisis sanitaria, y esto es especialmente grave en las áreas rurales y aisladas”, señalaba Pilar Medina, directora adjunta de Acción contra el Hambre en Colombia. También advierte de la situación de inseguridad alimentaria que están viviendo los niños y niñas. “El principal espacio protector de los más pequeños era la escuela y al cerrarse se han visto sin esa ración de alimentos que recibían”, ha añadido Medina, que explicaba que con el cierre de escuelas empezaron a multiplicarse los trapos rojos en las ventanas para señalar la necesidad imperiosa de ayuda.

La COVID-19 se suma también a otros retos que vive Colombia como el desarrollo de las áreas rurales y y los miles de personas en las áreas urbanas que viven de la economía informal.

Aumenta la desnutrición en Centroamérica

La desesperanza crece día a día en Centroamérica porque el número de casos por coronavirus se incrementa y las consecuencias golpean con fuerza a la población más vulnerable. “La pandemia ha provocado un aumento en el número de niños y niñas con desnutrición aguda, ha paralizado exportaciones y ha incrementado el número de trabajadores informales, que ya suponen el 70% de la fuerza laboral del país”, ha manifestado Miguel Ángel García, director país en Centroamérica para Acción contra el Hambre.

Contra todo pronóstico, las remesas, que desde el inicio de la pandemia habían descendido, han aumentado en el mes de junio gracias a la solidaridad de los migrantes que viven en los Estados Unidos. “Las remesas en Guatemala suponen la principal fuente de ingresos del país y en este último mes han alcanzado los dos mil millones de dólares, lo que ha permitido que la población guatemalteca no caiga en una situación de vulnerabilidad más extrema”, decía García.

La COVID-19 ha puesto en evidencia las debilidades que existen en las redes de protección social. “Hasta junio, el Ministerio de Salud de Guatemala solo había podido ejecutar el 8% del presupuesto de la emergencia sanitaria”, indicaba García.

Acción contra el Hambre responde a la emergencia

Las necesidades de la población son diversas y Acción contra el Hambre ha adaptado la respuesta a las necesidades de cada país. En Perú, nuestros equipos han distribuido 40 000 kilos de alimentos donados desde el sector privado e instituciones peruanas. Además, estamos colaborando con el Ministerio de Salud en la prevención de la COVID-19 mediante campañas de difusión, donación de equipos de protección y productos de higiene.

En Colombia, estamos distribuyendo alimentos y siguiendo de cerca el estado nutricional de los niños y niñas en las zonas de frontera, al tiempo que trabajamos en la prevención de la enfermedad con sesiones de sensibilización sobre higiene y distribución de kits en barrios altamente poblados de zonas urbanas, como por ejemplo en la ciudad de Bogotá. También actúan en estrecha colaboración con entes locales en acciones de desinfección y prevención de la infección en apoyo a las estructuras de salud como es el caso de Leticia, en Amazonas.

También trabajan en Centroamérica en la distribución de alimentos y proporcionando kits desinfección e higiene. La formación para la desinfección de las instalaciones sanitarias así como los protocolos de atención y prevención junto con la entrega de alimentos son otras de las iniciativas emprendidas en la zona .

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